Mi cerebro es una rebanada
untada todas las veces del mundo
por tu presencia ausente...

Una copia exacta
que naufraga en los versos
inexistentes a tus palabras.

Una cuerda que va rodeando mis treguas
mientras como en un juego de parchís
cuento las casillas que me quedan para llegar hasta ti.

Y un recuerdo refleja tus manos
en mis caderas anchas,
con marquitas de besos profundos.
Mientras el origen de mi misma me persigue
en la pregunta que no debo hacer...

Y el aliento se suma despacio.

Me estoy mareando como una perdiz
buscando el sentido en tus piernas,
ronroneando en un vocabulario falto
de tez y algo más...

Mi cerebro es una rebanada
untada en la mañana que se despierta
en tu cama... volteada a las ganas
de volver a usarla.