-Buenas tardes, comenzamos, este ¿Cuál es su nombre?- Pregunta nerviosamente el reportero.
-Zathán Arcangellus, pero cada quien me llama como le viene en gana, de mil y un formas.
-¿Dónde nació usted? Y ¿cuando?
-¿Dónde? Ni yo lo sé, pero fue en este mundo, y ¿Cuando? Poco después que el hombre sintió miedo por vez primera y le puso nombre.
-¿Me está diciendo que es usted un producto de la imaginación y sólo está en la mente del hombre?
-No ya no, el hombre me inventó si, pero ahora yo lo domino a él y no estoy ya sólo en su mente, gracias a los miedos, ambiciones y poder del hombre, soy ahora omnipotente y omnipresente.
-¿Qué le da exactamente el poder que tiene?
-Todo, todo cuanto hace mal el hombre y es mucho, la ira, el desconocimiento, el temor, el rencor, el celo, la avaricia, el egoísmo, el odio y el miedo me alimentan, y cada alma que habita el mundo, me hace más fuerte.
-¿Ha dicho “alma”?
-Es sólo una forma de llamarlo…
-De llamar… ¿Qué?
-De decir o hablar de la energía que nace y muere con cada humano y cada cuerpo, producto de una compleja transformación, y que forma parte de un ciclo y un todo, pero no precisamente como ustedes lo consideran, tan ególatras, como si fuesen lo más importante y mejor, fatuos mortales.
-Entonces, ¿existe dios?
-Por supuesto, nacimos juntos y juntos moriremos, cuando mueran todos ustedes, los humanos.
-O sea, ¿sus o nuestros miedos y aspiraciones son todos falsos?
-¡Claro!
-Pero… ¿Cuál es entonces, la diferencia entre dios y usted?
-Mucha, tanta que casi nos parecemos, mira yo pienso ¿sabes?, que la principal diferencia es que yo si actúo, ¿ves?
-Mmm, ya entiendo…-Aseguró el reportero ya más confiado.
-Eso crees tú…-Susurró el extraño hermoso.
-Por supuesto, ¿me podría ilustrar con un ejemplo?
-Mira hijo, yo muestro la verdad tal y cruda como es, tal y como son las cosas sin tapujos, ni falsas apariencias ¿de acuerdo? Luego cada cual resuelve lo que hacer con ello, cada uno decide lo que hacer con lo que yo le muestro, pero dios se mantiene siempre al margen. Ustedes son libres yo no, yo dependo al igual que dios de que crean o no en mí, y eso me da el poder que tengo, ahí la diferencia pero también la igualdad, el equilibrio.
-Bueno… una pregunta más…
-Adelante, soy todo tuyo.
-Yo lo miro, y no es para nada como me lo habían dicho siempre, no es para nada feo ni tiene una pata de chivo y otra de gallo, ni siquiera cuernos lleva, ni barba siquiera, ¿Es una ilusión que lo vea yo así, estoy siendo engañado por mis ojos? ¿O es que acaso no es peludo, rojo, hecha lumbre por la boca, quema con la mirada, y todas esas cosas que de usted se dicen?
-Para nada, yo soy como me ves ahora tú, lo demás es lo que dicen de mí mis detractores para crear miedo, ayudados de una imagen que les ayude.
-¿Que les ayude a qué?
-A hacer seguir y respetar las reglas, a eso.
-Pues no entiendo del todo.
-Si es muy fácil mira, supongamos ¿eh? Si alguien tiene mucho dinero por ejemplo, y quiere evitar ahora mismo que tú le mates para quitárselo, porque por supuesto no está dispuesto a dártelo con sólo pedírselo, ¿verdad? ¿Qué hace el entonces?
-No lo sé.
-Pues protegerse creando miedo, puede llevar a su lado un guardián para que le defienda, pero… ¿y si son mayoría? Un solo guardaespaldas no sirve, ¿verdad?
-Pues la verdad, no.
-Entonces forma un ejército que oprima a esas masas deseosas de su dinero, pero eso no es todo porque no siempre pueden protegerle, incluso ellos (su ejercito) pueden revelarse, e insurrectos volcarse contra su jefe, ¿o no es posible?
-Si es posible, tiene razón.
-Pues claro que tengo razón, entonces ¿qué hacer? Pues crear otro tipo de miedo, uno más efectivo, por ejemplo usar el miedo y la recompensa, cielo e infierno, salvación o martirio eterno, ¿sabes?
-Ya veo.
-Crea entonces una religión o muchas, que con todo y lo que supuestamente propugnan han provocado más muertes que yo, o cualquier otro tema, inquisición, nazis, cruzadas, guerras santas, terrorismo, bah.
-Bueno, pues sí.-Afirma algo preocupado el reportero.
-No te apures, como te iba diciendo para evitar que las masas se le vengan encima en busca de justicia, les dice que los bienes materiales no son lo más importante, o que no son buenos, que no coman tal carne, que no hagan tales o cuales cosas, que hagan otras tantas que saben los mantendrán distraídos y ocupados, lejos de pensar en cómo hacer para quitarle sus bienes materiales o su dinero.
-¿Por ejemplo?
-Los suficientes méritos para ganarse el cielo eterno y no el infierno en llamas perpetuas, la agonía infinita de ser consumido una y otra vez, los mandamientos por ejemplo, los pecados…
-¿Los diez mandamientos?
-Los mismos, yo tengo mucho y tu nada, “No robarás”, que tengo una mujer hermosa y tu no, “No desearas a la mujer de tu prójimo” o sea yo, que para que te de de cuanto tengo tienes que quitarme la vida, “No matarás”, que quiero asegurarme de que me digas siempre la verdad de quien está tramando algo contra mí, “No juraras el nombre de dios en vano, no mentirás”, etc, etc, etc. Bla bla bla. –Dijo el diablo meneando la mano como con fastidio.
-Bueno, muchas gracias por todo, ha sido un placer.
-De qué, no es nada hijo.
-Ya por último, ¿le puedo invitar un café en casa y le presento a mi linda esposa?
-Claro, vamos. No llevo la menor prisa…
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