Este es el primer capítulo de la novela de ficción científica que hice el año pasado, Todos Prometen Una Revolución, espero que lo disfruten, iré soltando las entregas semanalmente.
Nunca había existido una posesión de tal magnitud en la historia del país, bueno, hubo una hace cuatro años, pero casi nadie la recuerda.
Los medios de comunicación desplegaron sus cámaras sobre el público que se concentraba en la plaza, expectante ante la aparición del candidato del partido liberal de ultraderecha marxista; una coalición de partidos independientes que decidió unir sus propuestas, fondos, influencias y patrocinadores para llevar a un hombre joven, ambicioso y dinámico al poder.
Ese hombre es Andrés Mauricio Porto.
Andrés Mauricio Porto tenía 50 años y estaba a punto de convertirse en el líder de un país tercermundista hundido en la pobreza, pero se sentía realizado. Cuando llegó el momento de levantarse de su improvisado camerino estaba inmerso en un éxtasis que solo produce el escuchar las voces de medio millón de personas gritar su nombre.
Adelante señor Presidente, haga lo suyo.
El joven presidente, con las canas recién teñidas de gris para acentuar su madurez subió las escaleras y vio frente a él un óceano de personas, moviéndose al verlo, saltando y gritando. Sacó sus lentes del bolsillo, y el texto comenzó a correr frente a sus ojos, para fluir por su boca de una manera casi natural. Había nacido para ser presidente, al igual que su padre y el padre de éste. Una monarquía democrática.
"El futuro ha dejado de ser oscuro, las luces de la esperanza se encienden para que una nueva generación lo cambie todo. Hemos dejado atrás el pesimismo y hemos traído la idea de un nuevo mundo, para que nuestros hijos vivan en perfecta armonía y tengan una educación de calidad, un mundo con trabajos mejor pagados y bienestar para las grandes empresas que hacen posible la inversión en nuestro país..."
Y toda la república sentía que este era el hombre que necesitaban, no como ese bastardo que acaba de terminar su mandato. |