una nausea surrealista me consuma el cuerpo entero
El comienzo impera con la fuerza domesticadora de nuestro sentimiento, las pulsaciones que se derraman sobre mi y te hacen sentir el peso de mi vena con su poder místico y peligroso, solo delicado en la contemplación de su propio movimiento y con la bruma de la espera consolada por esperanza que derrama sensaciones incontenidas y confusas.
Es el ático de mis espasmos los que desarrollan las historias húmedas de tu piel la mía y la suya, la inconstancia de la escritura sobre tus mieles, la tersa suavidad de la caricia de una mujer y yo tocándote en el fondo de los sentidos lugar al cual uno nunca puede llegar solo acompañado de la pasión conjunta, las millones de esporas que cuelgan con múltiples orgasmos alcanzados tomados con alcohol que dulcifica las intensas oleadas de calor humano, tu piel sobre miembro, tu pelo sobre su rubor, y ella con las cataratas de miradas ensimismada de su propia belleza alcanzando la plenitud del dolor que puede causar el placer cuando ha llegado a su cumbre máxima, es la espera la que causa vacío, es la tonta idea de tiempo y espacio que nuestro cerebro aún no ha alcanzado a romper y tarda demasiado en comprender siquiera las razones de su destierro, de su partitura última con las constelaciones de un adiós determinado por el mismo que lo pronuncia de la consolación que sufre el corazón olvidado de desencantos envidiados de constancias, es la misma apariencia de lo real y solo está en nuestro placer de entregarnos sin miedo a nosotros mismos, es la repetición y la interpretación de los símbolos lo que resulta en un orgasmo placentero y deleitoso con tu cuerpo el mío y el de ella, la caricia, la sustancia la encumbrada que se enmarca en ti y desarrolla su placer mientras me deleito de tus bocas y consumo su vientre como fuego, con tu mano en mi y mi mano en ella y ella sobre ti, es el desaire de líneas perdidas en un sueño que se funde en el deseo de ambos mientras reposamos en la idea magnifica de tenernos para el momento y que este se convierta en un siempre sin dolores, sin la muerte próxima de la carne y con las luces prendidas erizas de placer con ella en fondo de olor de tu sonido, llanto que puedes pretender si tuvieras la delicadeza de nuestras manos en tu cuerpo fuentes en el regazo de la esperanza que solo existe en un momento, y es tan difícil retenerlo como la fuerza que impulsa a un mundo incompleto, inconcluso por la falta de equidad la misma que separan al los caracoles del río y los llevan a formar su caparazón, que llamamos corazón.
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