Bajando de Illapel me ha tocado el hombro un viejo dramaturgo, cuentista y poeta, mitigando las palabras que se asoman por su bocaza, me hace escucharle un sonoro verso que brota desde sus entrañas. Apático el viejo este, me a desahuciado el alma, corrompió me el deseo inerte de establecer un golpazo dentro de sus amígdalas, pero por mala suerte, este tipo de mala muerte ha esquivado tan preciado golpe a su frente, cayendo por el matorral y zarzamora, corrompió me la idea loca de entablar un cuento que se asoma, el hombrón que se para y yo con la tremenda bola le pateo el trasero con un par de ideas locas, que impureza me han dejado, me dolieron las muelas, soporte el calor de la ira de aquel sonoro golpazo, y revolcando la muerte se acercaba a mis pasos, me paro, me siento, me muerdo los labios, el tipo me manda un coscacho y me revuelco en la tierra haciéndome un lazo, tomome del brazo y me empujo al vacío, sentí un ruido que me dejo estupefacto, muriéndome así entre la piedra y el río.


Amigos poetas y cuentistas os digo, no presumáis de adicto al fuego del delirio, tomate un descanso y sumérgete en el temor de ser mas humilde que todos, no pongáis el sonoro golpe entre vuestros amigos y hermanos escritores, no temas felicitar a nadie por dar una alegría con palabras, como dijo Huidobro “ el poeta es un pequeño Dios “, os invito a ser menos Dios de lo que el se cree, te invito a ser hombre, hombre capaz de crear, no un egocéntrico, y menos si te crees psicólogo.

Con ayuda de Nicanor Parra, con inspiración en Labra, y con palabras de Neruda.