Cuando la ciudad queda en silencio,
los recuerdos invaden mi tristeza,
y me doy cuenta de mi soledad,
me hundo junto a ellos.
Las caricias que ensucian mi cuerpo,
recorren mis montes y mares,
me ensucian,
en la melancolía, languidez,
fragilidad...
una lágrima mancha mi rostro.
Texto agregado el 27-03-2005, y leído por 119
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