Un rosario en pecho, 
la unica vestimenta 
se rompe, cae, se olvida 
mil gritos y penas embargan 
la noche es guarida en 
éste día augurioso. 
 
La niña mancha el vestido 
purpurea la retina dañada, 
una aspereza en bruto la 
lleva al suicidio y los 
brillos en las mejillas 
se encienden. 
 
Una hospitalaria, tributaria 
y acomodada hiena en fajas 
y pieles de seda me lleva, 
la culminacion es una llave 
se seguro entre musculos 
y larvas es una brisa en 
epocas de luna. 
 
Suspira la muerte 
una reacción sufre de vista 
la pureza desaparece en aquellas 
rosadas mejillas. Los dioses 
la entregan lejos de ustedes, 
devoradores y asesinos. 
 
Una noche de uniones, 
entre cacerias y atormentados 
es una fiesta entre lobos. 
Dentro de la tierra y la mugre 
nos rescatamos del vacio 
social de la estela publica. 
 
Llantos de una negra esquela, 
mi doctrina se alza al 
oido de la belleza eterea, muerta, 
se disipa en sonidos y ruidos, 
viajes mentales entre lapices de 
colores con una mueca hipocrita. 
 
Es la huida entre calles y peces de hierro, con aires 
y objetos de pereza, la cuenta 
del odio me cae, una lluvia y 
una risa entre cuellos llevados 
por minerales bastardos, la 
noticia entre las nubes es ponzoña 
con rieles de aviones usados. 
 
La noche es bella, con su 
vestido y su cuchilla en luna, 
me pide la vida de mi hija 
quien gustosa acepta. Adios, 
viajera del eterno sufrimiento.  |