Esta es la hora en que todos se alejan y vuelves quedar sola, fría y taciturna
como siempre.
Ahora es cuando las cuatro paredes de la casa caen sobre ti y eres nada otra vez.
Llegó lo que nunca esperas...”el fin de tu felicidad”. Tu felicidad de minutos que siempre se consume con rapidez.
Ahora es cuando la fantasía debiera ser real, para abrazarte, para besarte, para decir “algo” o callar.
¿Qué me está pasando? Estoy sola y me sientes vacía. Sin un ruido que venga a destruir mi silencio. Solas, ambas.
Ya ni siquiera la llama encendida me da calor...me siento triste.
Y cuando estamos rodeados de gente y amigos es más vacío aún no poder ver tu alma. Me siento vacía y asqueada.
Asqueada con la cruel realidad que tengo que llevar rutinariamente.
Siento como mi piel se queda entre la oscuridad, entre las luces del alba, entre la neblina de la noche. En esos amaneceres que tienen al mundo en llamas.
Ni siquiera en mi ático sideral puedo ser feliz.
La situación es patética, “ver el reflejo de lo que han hecho en mi templo”, que pude haber hecho habitable y mágico. Lo ensucié de poco y lo hice cuadrar. ¿Para qué?, ¿por mera destrucción?, quizás, ¿qué hago ahora? Quisiera abrasarlo, pero soy digna de su sinceridad, amor, transparencia...? ¡Qué más da! Lo abrazo y sigo cayendo. ¿Te acuerdas cuando me recogías?, pero ahora tendría que ser algo predispuesto para que no perdiera la reacción.
Todo es tan diferente. Cada una con su rumbo, aunque el destino sea el mismo todas tenemos diferentes opciones y singularmente cada una de nosotras sólo ve las suyas, y seguimos avanzando... y estoy yo sentada frente a una mesa con las sobras de felicidad, con las migajas del momento, al lado de una estufa que lo único que grita es lo fría que soy, que mi hielo sólo se puede pagar con la compañía...¿cúal?
Frente a un televisor, me veo reflejada, una persona que aún está viviendo con su soledad, con su alma invernal, con sus superficiales compañías, con su reducida vida. Quisiera vomitar sobre mi misma. Las sobras me matan
PalomaParra.
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