Tal ves el tema es otra de las muchas escapatorias o mistificaciones superfluas del ser humano.
Quizás la frase “crisis existencial” nos ayuda a seguir el día a día sin sentirnos autómatas o entes vacíos.
Probablemente la verdad está en cada uno de nosotros, independientemente si somos o no capaces de verlo, de sentirlo, aunque sea extrasensorial, aunque sólo sea el privilegio de pocos. En fin, tantas palabras parecerían irracionales, innecesarias y hasta absurdas si no fuese capas de explicar el porqué de tanta palabrería.
Inexplicablemente estoy siendo víctima de una de las muchas crisis existenciales que he tenido en mi vida.
El motivo...el caer de ls hojas, la lluvia de invierno, la soledad de la ciudad, l autonomía, es decir, las cadenas disfrazadas de libertad, la triste felicidad, el vacío de l compañía, la capacidad de razonamiento; la vida!, aunque, quién podría decir qué es la vida. Nadie.
Cuando la melancolía eterna, la tristeza y las ganas de escapar son disfrazadas con compañías que en el fondo no son más que los reflejos de nuestras soledades, falencias y carencias es difícil gritar.
Difícil es entonces, explayarnos al mundo sin miedo al rechazo. Sin miedo, sin resentimiento, sin prejuicios. ¿Qué podemos exigir del mundo, de l vida, de la sociedad, si no somos capaces de enriquecernos con autosuficiencia. Qué más frustración que la propia existencia vacía y autómata.
Me veo retratada. El reflejo de mi es la soledad y la melancolía mistificada con una sonrisa, que sin embargo, nunca parece entregar consuelo, sino más bien hace más patética la existencialidad.
La claridad y transparencia que existió alguna vez en mi mirada se ve oscurecida, probablemente con mi alma. -¡Qué ironía!-
Veo mi cuerpo embriagándose de poco, con venenos con sabor a miel. Siento mi corazón oprimirse en su espacio, tramando quizás, esconderse a lo inevitable, esconderse de los fantasmas con máscaras de amigos.
Soy capaz de observarme y ver con sinceridad lo que soy. Lo que soy... y lo que seré.
Absorbo toda la alegría y gratificaciones, dándome cuenta que la sinceridad y crecimiento no son recíprocos, estando conciente que cada acto calificado de amor me hace estar más vacía, sola, miserable. NO HAY SALIDA.
Estoy en un laberinto, donde hay que entregar y recibir, pero verdaderamente estaré entregando?
Cómo puede ser que según otros, ”yo” haga sentir felicidad y plenitud si no soy capaz de hacerme sentir orgullo o seguridad. Cómo puede ser tanta ironía!. No hay salida.
Mi cielo se ve oscuro, mi luz nublada, mi aire denso y mi vida... lánguida, superflua, vacía.
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