No hubo ceremonias ni avisos previos.
Tampoco nada de
“...tres... dos... uno...
¡¡OH MI GOD!!
¡¡HOUSTON TENEMOS UN PROBLEMA!!...”
Y busque en la calle a los bomberos
o
a
la policía...
sin embargo...
estaba desierta y llena de viejas barriendo la vereda.
Y tampoco dijeron nada.
(las mismas caras decentes impotentes represivas de siempre)
Entonces prendí la tele,
puse el noticiero,
escuche todo todo el tiempo.
Hablaron sobre la operación de una actriz tetona mediocre,
y del desastre en Taiwán por no se que terremoto,
y supe de una dieta a base de manzana para el verano.
Cosas muy importantes para el hombre actual.
Después...
Publicidad.
Sonrisas falsas y buenos augurios de una pasta dental.
Mujeres idiotas admirando potes de crema y toallitas femeninas.
Y alimento para perros en patios de ensueño.
Y hombres perfectos en casas perfectas con esposas perfectas gracias a:
“Créditos hipotecarios en cómodas cuotas sin intereses y...”
Lo apague,
tampoco allí decían nada.
Y el diario estaba
sucio,
manchado,
rayado.
Leí cada una de sus páginas.
Leí mi horóscopo que decía que no invirtiera en bienes raíces.
Supuse que tenía razón y deseche la idea de comprar acciones.
(volví a guardar mi dinero inexistente en mi banco imaginario)
En los titulares un político era criticado,
un policía arrestado,
un deportista vendido
y un cura bendecía todos los misiles de EE.UU. para su justicia divina.
Arroje el diario, me tire en la cama y llame al doctor.
Me pidió paciencia,
me exigió calma,
vino a las 4 horas,
se quedo 15 minutos
y me cobro cincuenta pesos por ninguna solución.
Así que volví con el, que estaba sentado y confundido.
(se miraba los pies y murmuraba)
no le dije que nadie lo sabía
pero eso
el lo sabia.
Éramos solo dos con aquella revelación.
El fin del mundo tal como lo conocíamos.
Y el universo lo ignoraba al igual que la tele, los diarios y la gente.
Era algo desconcertante,
quiero decir,
no pasa todos los días.
Pero a nadie le importaba.
Nadie lo sabía.
No era rentable,
ni novedoso,
ni original.
Sólo
el
y
yo
y el silencio de quienes saben en vano.
Hoy mi padre dejo de caminar y la vida sigue igual.
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