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Elvira


Elvira se acercó a mi mesa, muy segura de sí misma, me ofreció el menú y la carta, eso me sorprendió porque recuerdo a muchas meseras que se ponen nerviosas ante mi presencia quizás tengo cara de antipático pero la verdad que no siempre lo soy, luego caminó a otra mesa donde estaban tres chicas adolescentes e hizo lo mismo, mientras se alejaba a otra mesa, estas muchachas hicieron algo que pareció una broma para con ella, pues al igual que yo también se sorprendieron muchísimo de que alguien como Elvira estuviese trabajando en ese restaurante, a los pocos instantes volvió a mi mesa y tomó mi orden mentalmente sin anotar nada, muy atenta se llevó la carta y el menú, y regresó inmediatamente a preguntar si me apetecía alguna cerveza, era linda, estaba impecablemente vestida y muy bien peinada, le dije que si, e inmediatamente comenzó a recitar de memoria una larga variedad disponible de cervezas y otros etílicos, atendió a la brevedad mi pedido, y mientras comía observaba como Elvira se desempeñaba muy bien en su labor, desde la barra su madre también la vigilaba y la auxiliaba, pero ella se movía con soltura, daba la bienvenida a los clientes y los conducía a sus respectivas mesas, pensé que alguien como ella debería estar estudiando, pero al instante recordé que era periodo vacacional.

¿Le traigo más tortilla? ¿Otra cerveza?,… otra cerveza por favor, apenas se alejaba, no pude evitar la sonrisa, había sido un mal día lejos de la ciudad, no pude sacar todas las fotos que pidió el jefe de redacción del periódico y mi reporte del mitin contra el gobernador, era muy escueto, pero esa comida me estaba poniendo de buen humor, esas cervezas sabían de maravillas. Elvira si que era excepcional, lo constaté cuando tan amablemente me trajo un suculento postre de helado y gelatina que me supo a gloria, cuando creí que ya no podía sorprenderme más, me preguntó si me apetecía un cigarro, le dije que si, me trajo un cigarro y un encendedor, y entre bocanadas de humo cerré con broche de oro esa comida en esa pequeña ciudad lejos de la capital, era hora de regresar, me trajeron la cuenta, pagué, Elvira si que sabía como tratar la clientela.

Al final no pude aguantarme las ganas y le pregunté su edad, Elvira muy convincente me miró a los ojos y dijo con voz tierna, muy clara: Tengo 7 años, muchas gracias por su visita a este restaurante, vuelva cuando lo desee.

Texto agregado el 24-03-2005, y leído por 129 visitantes. (0 votos)


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