Danna
Llegas, como casi todos los lunes a las 7.35 de la noche, a este café del centro de la ciudad, la hora en que la cantante amiga de tu novio empieza su show de música en vivo, seguramente vienen de la Facultad, pues tu novio que ahora sé que estudia Arquitectura, llega con su portaplanos, quejándose que otra vez no acabó la maqueta, que otra vez está cansado, que otra vez está desvelado y que va a ir hasta mañana a tu casa a instalarte el Photoshop, y el Ilustrator, para que le ayudes tú que estudias Diseño Gráfico a hacer una buena presentación tipo poster en su próxima entrega del taller de proyectos.
Se sientan en la mesa cercana a la mía, tú como siempre pides un capuchino y una rosquilla de canela, y él un capuchino y una rosca de manzana, recuerdo que me pareciste muy atractiva desde la primer vez que te vi, el tal Saul o Raul no me he aprendido su nombre porque siempre se lo susurras muy bajo y con una voz muy melosa, además que ni me importa, había ido al sanitario y te dejó sola, mientras yo a 4 metros de ti esperaba los tres actos femeninos inconfundibles de que una mujer se siente atraída por un hombre, no me hice muchas ilusiones, pero uno nunca entiende a las mujeres y no tardaron en aparecer: 1- Te cruzaste coquetamente de piernas, 2- Comenzaste a acicalarte el cabello, 3- Me mirabas de soslayo, no había duda, aunque ese día yo no iba con la mejor facha, te habías percatado de mi presencia.
Desde aquel día hemos coincidido muchos lunes, siempre llegas tan guapa y él tan feo, tú tan sonriente y él tan desagradable, tú tan simpática y el tan frikie, tú feliz y el insoportable, siempre quejándose de la pésima decoración del lugar, de la mala vestibulación del sanitario, hasta se atrevió a decirte que tus aretes son horrendos, esos que desde mi mesa se te ven hermosos, y no para de hablar y hablar de arquitectura parece no darse cuenta de tu rostro aburrido.
Te cuenta que ayer premiaron a Thom Mayne con el Pritzker, mientras tú preferirías que te hablara de Amy Guip, Robert Nakata, Red Design, Michael Spiccia, Jerry Lee, Dean Karr, Christopher Franchi, Markus Klinko, Catherine McIntire pero el prefiere hablar de Renzo Piano, Jean Nouvel, Ricardo Bofill, Calatrava, Kurokawa, Mario Botta, Cesar Pelli, Miralles, Libeskind, Einsenman, De Portzampark, Pei, Ghery, Khan, Hadid, luego dice muy seguro de sí, que él un día también lo premiarán por sus excelsos diseños arquitectónicos y que superará a todos ellos, que en la Facultad no lo entienden y que sus profesores le cortan su creatividad, bueno, alguna vez yo también pensé en superar a Kundera, Cioran, Borges, Benedetti, Cortazar, Artaud, Cela, Huxley, Llosa, Carpentier, Poe, Saramago, y la verdad es que luego de 10 años de ardua labor sólo algunos de mis cuentos han sido publicados en revistas locales, abandoné la novela que estaba escribiendo, y últimamente no he escrito nada interesante, quizás deba memorizar muy bien tu rostro, tus cabellos, tu cuerpo, tus senos, tu cintura, tu forma de hablar, tu sonrisa, y te incluya como personaje de mi próximo cuento.
¿Es que no vas a dejar de coquetearme? Danna, sé tu nombre porque tu novio no se cansa de repetirlo, sé que te has masturbado alguna noche pensando en mí Danna, anda, mírame a los ojos y dime si soy buen amante. Mírame a los ojos y dime si he sabido tomarte, dime si he sabido besarte, si mis manos son audaces, si mi lengua quema, mírame a los ojos y dime si soy precoz, dime si te he dejado satisfecha, dime si te calmas o te agitas cuando estoy dentro de ti.
Me fumo otro cigarro y finjo que no te estoy mirando las piernas, mientras tú le das un sorbo a tu café y finges que no te das cuenta que te estoy mirando las piernas.
Llega tu novio, pide la cuenta me mira mientras escribo una nota que aparecerá mañana en el periódico donde trabajo, Danna, también me miras, exhalo tu perfume cuando pasas junto a mí. Te vas, se van, me quedo conmigo pensando en ti.
No sé a dónde va todo esto, ni me importa tanto, de lo que estoy seguro, es que el próximo lunes estaré sentado a la misma hora en este café, esperando el instante en que hagas tu aparición, y comiences a coquetearme en presencia de tu novio, con esa desfachatez que me obsesiona. |