Con fervor esperar la noche y en la oscuridad sentirme nada, cada noche paciente espero la hora, en la que puntualmente descubro que estoy viva, en la que en silencio disfruto cada paso seguro de ti, cada movimiento plenamente estudiado y perfecto,
cada excitante bocanada de aire, cada parpadeo.
Y pareces tan convencido de tu virilidad que ignoras que te observan, que alguien acecha en cada segundo del estrecho camino por el que a diario espera verte fallar, en la espera de encontrar alguna debilidad para atacar, para destrozar tu cuerpo en una caricia, en una noche.
El tiempo se detiene, justo cuando en el aire se percibe tu olor, y en éxtasis respiro como una enferma, acechándote muy cerca y lejos.
Cada paso es el golpe sonoro de cada latido que me ensordece hasta enloquecer, me torturas y me castigas, eres cruel, el peor de los demonios que por ironía me llevará al cielo solo con un beso
Veo impotente como desapareces en el camino y me oculto cobardemente para esquivar tu mirada; ¡Mañana estaré aquí! te rezo como si pudieras oírme, convencida de que lo sabes me largo en busca de sueño más nunca descanso; porque andas por ahí, libre y no en mi poder, porque no soy dueña de tus sueños no lleno de placer tus noches, porque no correspondo lo que me haces sentir, y pensar que alguien mas lo hará, me provoca hasta matarte.
Talvez mañana, talvez, quizás, o pasado mañana tendré valor para robarte el corazón,
y no ser más “invisible”.
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