El matrimonio fundador del pueblo “La Quietud”, cumplía cincuenta años de casados, motivo por el cual, sus habitantes decidieron darles una sorpresa. Después de mucho deliberar, optaron por sorprenderlos con una torta gigante. Contrataron a los reposteros más famosos del mundo, encargaron los ingredientes más exóticos para su decoración.
El día del aniversario, se reunieron los vecinos y también los habitantes de pueblos que provenían a cien kilómetros a la redonda y llegaron cautivados por el exquisito aroma que despedían las esencias.
Con entusiastas aplausos dieron paso al matrimonio, a medida que avanzaba, el homenajeado, comenzó a fruncir la nariz y con sus facciones distorsionadas, alcanzó a pronunciar, — ¡Esencia de vainilla! Y un potente estornudo hizo bambolear la torta de un lado a otro. Los invitados alcanzaron a huir despavoridos antes que el pastel se desplomara. Los novios, quedaron chapoteando en un mar de cremas, chocolates, merengues, cerezas y melocotones. Con gozo, celebraron sus “Bodas de oro”, fue la más excitante y dulce noche de amor.
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