He leído por allí que quienes escribimos en esta página somos un atado de seres pretenciosos que estamos acá al cateo de la laucha por si en una de esas la fama fija sus ojos en nosotros y nos catapulta a las alturas siderales del reconocimiento masivo. Que somos seres mezquinos, ególatras, con nuestra autocrítica atrofiada y la autoestima inflamada como un globo aerostático. Me hice una introspección, enfríe mi mente con los hielos de una larga meditación y la respuesta llegó a mí como una certeza que no tiene doble lectura. He llegado pues, a la conclusión que escribo simplemente porque me comen las manos por hacerlo y porque el cerebro me hormiguea con las miles de imágenes que lo recorren, escribo porque no soy docto ni frustrado ni fracasado, ni una lumbrera, ni un pretencioso, escribo por que si y porque no, porque es lo que me gusta hacer y pese a quien le pese y duélale a quien le duela, aquí estoy frente al teclado descomprimiendo esos mundos fantasiosos para que se desplieguen en la pantalla las miserias y opulencias, las desdichas y plenitudes, las flaquezas y los hartazgos, la arrogancia y la timidez, mundos paralelos que se desbordan en mis sueños o me hacen guiños a la vuelta de la esquina. No es mi idea fija esperar que un mecenas abra su corazón y su billetera para brindarme la posibilidad de proyectar mi obra, no es mi norte golpear las puertas de una editorial ni tampoco transar con alguien los contenidos de mi obra ya que es menester que esta fluya libre y desenfadada flameando a los cuatro vientos y propagándose por doquier. Me basta con eso y con los cinco o seis valiosos amigos que he capturado en este periplo, no pretendo alcurnias ni figuración, no proclamo mis escritos así como el aire y el agua no se andan publicitando para que los consuman. Estoy abierto a las críticas fundamentadas y a las críticas al voleo, a la ironía y a la moderación, todo esto en son de paz algo festiva, tengo claro que no soy un Neruda ni un Borges sino alguien que nació con esta vocación y es consecuente con ella mientras su mente funcione y sus manos sean obreras de este apasionante quehacer…