La importancia de la muerte es característica intrínseca del personaje.
Existen miles de páginas que se encuentran bañadas de lágrimas que no fueron escritas, de recuerdos y acontecimientos que el escritor prefirió reservar, donde la historia no emitida en el contexto puede dar forma a millares de historias, donde la vida sigue corriendo y la creación sigue existiendo aun pesándole a su inventor.

En la trama de Borges Sthephen Albert es excluido del contexto por decisión de un antepasado de Tsùi Pen, ese fue el final del personaje y es ahí donde el autor se deslinda de todo lo recurrente a el; pero ¿Cómo saber cual fue la reacción de la amada de Albert? ¿alguien lloró sobre su tumba?, que fue de la vida que se llevaron.
Santiago Nassar existe desde un principio en el cual se conoce su fin, el personaje tan aclamado de García Márquez tuvo un fin a manos de los hermanos Vicario, mas ya nadie comenta el dolor sufrido por la madre, el suplicio que hasta el día de hoy en la novela viva siente y no tolera la mujer que por primera vez se entrego a Santiago.
El mismo Benedetti olvida el entorno que el Dandy se atribuía, no comenta a su hija olvidad, la cual supongo yo que tuvo, no expresa a su proveedora de alcohol ni el vacío tan grande que en aquella puta dejó.

Podemos seguirnos con Verne, con Shakespeare, y con muchos mas que prefieren dejar en el olvido aquellas vivencias no escritas.

Leñero escribe una historia sobre la familia del muerto y es entonces donde el muerto pasa a segundo término, Gregorio Samsa deja en nosotros una interrogante por la actitud de su parentela.
Remontémonos a la biblioteca de Babel, y encontremos las historias no impresas aún.