SIMPLES DESEOS
La ventana está mal cerrada y la fuerza del viento hace que se emita un incesante golpeteo, dejaré que el ruido continué, lo prefiero así. Me hace cobrar conciencia de que hoy, a pesar de todas mis obligaciones no salí de mi habitación, a pesar de todo permanecí aquí.
Creo después de tanto tiempo de vivir, mis emociones están gastadas o tal vez nunca las he tenido y en mi tonto afán de sentirme humana, yo sola me las inventé.
A veces desearía ignorar tantas cosas, porque la ignorancia trae consigo la felicidad. Felicidad ¡qué palabra tan ambigua!. Cada quien la define a su entera voluntad.
Observo mi habitación, ¡está tan organizada! Por fin, después de tanto tiempo de lidiar con mis cosas he logrado ganarles la batalla. Las mantengo en su lugar y clasificadas; hasta mi ropa está doblada y ordenada. Pero ahora ya nada importa, por fin llevaré a cabo mis deseos.
Deseo. . .
...cortarme ahí donde mis manos comienzan, sentir cuando la sangre brota, observar cómo me derramo en mi piel; quiero llegar al clímax de mi vida al escurrirme lentamente, hasta que todo a mi alrededor cambie de color y mi cuerpo quede vacío, hasta envolverme en la humedad de la inmensa vida.
Quiero cerrar los ojos y por primera vez, irme a dormir tranquila, sabiendo de ante mano que no podré soñar nada. Deseo reírme del destino, gritarle a la cara que esta vez, yo ganaré; quiero burlarme de su impotencia, ya que no podrá intervenir en mis planes.
Me dejaré caer en la espiral descendente de la locura para perderme entre las sombras de mi habitación vacía.
Yo se que disfrutaré de ese momento, en que espasmos de dolor me recorran al cuerpo al tiempo que ese fatídico mensajero en mi cerebro, se comerá mis esperanzas e ilusiones por completo.
Y en ese instante en el que todo acabe, me sentiré libre como un haz de fuego y escaparé para siempre a otro universo...
* * * * *
Aquél día la ventana estaba mal cerrada y la fuerza del viento emitía un incesante golpeteo. Hoy estoy aquí, encerrada en la profundidad de esta caja, a varios metros de la realidad y de la vida. Mi mente no deja de pensar, pero mi cuerpo ya no puede actuar, o al menos no de la forma que lo deseo.
Deseo, otra vez esa palabra. A veces los deseos se pueden convertir en tu eterna y abrumadora realidad.
|