Un día se levantó y ya no estaba. No era transparente, ni siquiera invisible. Simplemente no estaba. ¿Se podía? Porque estaba seguro de que era, pero no estaba.
Existía, pero no se veía. El día anterior todavía se veía, y ahora no. Pensó que era invisible, y buscó, intentó sentir, creyendo que eran sus ojos quienes lo engañaban. Pero no. No podía sentir, no tenía con que sentir ni que sentir, porque no estaba.
No alcanzaba a comprender. Cuando algo es y no está, quiere decir que se ha perdido. Pero no se había perdido, estaba seguro.
Luego todo comenzó a cambiar, comenzó a moverse, rápido, muy rápido. Y llegó a un lugar que no estaba, aunque sí era. A su alrededor había cientos de personas que eran y no estaban; y poco a poco fue entendiendo.
En realidad todos ellos, junto consigo mismo, sí eran, y sí estaban. Sólo que estaban en un lugar que no estaba. Y comprendió que había muerto.
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