Mientras corría, riendo,
jugando a las escondidas,
entre pasillos oscuros,
abrazándome a mi miedo.
Y al tropezar, me delato,
la carcajada contenida,
unos pasos silenciosos
se acercan a mi guarida.
Una mano, de la nada,
me jala a la penumbra,
y esa mano en mi cintura
traza una ruta oscura.
Mi boca es silenciada
cuando un suspiro se escapa
y un mordisco en la espalda,
hace que caiga la guardia.
Y las voces, antes nulas,
ahora ríen y preguntan
por los dos cuerpos ausentes
que se mueven por lujuria.
Pero el escondite es bueno
y también los que lo ocupan,
y es este cuerpo extraño
quien me brinda fantasías.
Mi futil resolución,
cae pedazo a pedazo
y salvajemente abrazo
a este hombre que ya es mío.
Cuando salgo, tras un tiempo
que parece un segundo,
le sonrio satisfecha
y me regreso al mundo.
Pero él susurra a mis oidos
palabras provocadoras,
que me ponen como loca,
y lo beso despacito.
Vamos pronto, caminando,
donde se encuentra la gente
y nos miran boquiabiertos,
con envidia evidente.
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