Los escarabajos invaden las paredes llenas de sudor, peste y miseria.
Acaba por perder la vista en las grietas, llenas de mugre donde asoman
criaturas de ojos rojos. Sobre de él, siente un pesado bulto que lo envuelve
con caricias seductoras; pone sus manos en su pecho y gime como la locura
cabalgante en la miopía de la lámpara, firme en el techo.

Es difícil de creer que una mujer hermosa llena de voluptuosidad lo haya llevado
a ese hotel para despojarlo aún más de su portentosa habladuría.
Cree que ha caído bajo su seducción y ahora esta ahí, atado, con los ojos vendados y tirado en la cama como un trozo macizo de carne.

Ahora él, es quien se ha rendido, el seducido por aquella mujer que resbala sus labios en su piel, dejando una estela de saliva que lo excita.

-¡Grita!- ahora quiere tener el poder y ordena

-Haz lo que sabes hacer-para él, ella es una puta más

Gritos, placer consumido en éxtasis que con el más leve roce vuelve a despertar

-Grita...grita más- se muerde la lengua hasta sangrarle

Dolor, ambición de fantasías en un hombre sediento en la esfera de la lujuria

Clamor, dulce aroma que disloca el espejo al viento en donde se refleja la escena.

Un filo recorre su garganta, se extiende y se apaga cuando la rueda de piedra
le corta hasta la yugular.

...Un hombre solo se desangra y ella con el filo de su vientre aún prueba sus últimas gotas de sangre.