A veces las únicas lágrimas que podemos sacar son palabras. A veces el corazón quiere llorar, el alma está oprimida y los ojos están secos. Y entonces, pobres de los árboles que llevan toda la carga. Ellos se sacrifican para que nosotros tratemos de llenar nuestro vacío. Los árboles y los ojos son enemigos, acaso por eso los árboles no tengan ojos. Pero luego, cuando los árboles han expiado nuestra culpa, como si ellos fueran un problema que fue solo creado por la mente y por los ojos, que juegan a hacernos trizas, luego los árboles se tornan amigos de los ojos. Y el alma se derrama en el alma de nuestro pobre compañero de cuarto, y entonces nuestros ojos se hacen de pronto amigos. Y no solo nos contentamos con volcarnos sobre el blanco trozo de acabada existencia, sino que lo leemos y lo releemos, y lo prestamos al resto de las mentes y ojos tan perturbados y sin sentido como los nuestros, y a eso le llamamos arte y le llamamos cultura. Necia mente y necios ojos, que se contentan destruyendo, y luego construyendo para llenar el vacío que dejó la destrucción. Entrañas salidas y exterioridades entradas, patrañas, bola de patrañas sin terminar la que dejamos impresa. Llamamos belleza a lo que hacemos y natural a lo que deshacemos. Lo que sirve se va, lo que no sirve se queda. Eso es cultura, si señor, si señora, si niño, si niña. Sí a todo el mundo bello, si a todos los demás.
No hay forma de cambiar lo cambiable, pero lo incambiable, lo cambiamos en un santiamén. Lo bello es inútil, por eso es bello. Lo útil es lo natural, y eso no nos sirve. Nos sirven las complejas ecuaciones, los cuadros de cubitos, y los poemas al amor y al mar. No nos sirven las nubes, los mares, los árboles ni los pájaros. Lo cambiable permanece, lo permanente se cambia. La habitación se va y los muebles se quedan. Los compañeros de cuarto se van con el, y las fotos con los compañeros se quedan. Así de patéticos somos. Y esto es belleza, no cabe duda alguna. Lo bello es inútil, por eso es bello. Y el hombre es la más bella de las creaciones. Me incluyo, y agrego que soy una estúpida belleza, porque denuncio mi crimen, y me entrego con la evidencia.
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