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Después de intentarlo con los pies de todas las doncellas el príncipe esbozó una mueca de disgusto. A ninguna le ajustaba la zapatilla de cristal. Todas tenían el pie demasiado grande o muy pequeño. Una de las chicas, por decir algo, dijo: -Prueba con el pie del jardinero-. El príncipe, por hacer algo, pidió al asalariado que se dejara calzar. -¡Ajusta! -dijo el noble. Los dos hombres se miraron tiernamente. El príncipe preguntó -¿quieres casarte conmigo? -Sí- respondió el otro. Las chicas del reino respiraron aliviadas. Unas dejaron de encoger sus pobres dedos mientras otras mejoraron de la repentina hinchazón. |
Texto agregado el 21-03-2005, y leído por 217
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