Hijo desamorado (réquiem a sus tiernos 21 añitos)

Las contracciones fueron todo un sufrimiento,
Le gustaba patalear al muchachito!
Desde el parto demostró temperamento,
Aunque en el fondo es un tierno borreguito!


Podría decirse tranquilamente que, después de semanas (y no exagero en absoluto) de dolorosas contracciones pre-parto, cualquier mujer normal estaría agradecida e incluso feliz de “escupir” al mundo LO QUE SEA que haya estado gestando... no solo por el mero placer de verse reflejada en las peladas y carmesí facciones del fruto de su vientre, sino también para regocijarse luego con los incesantes traumas y fobias que todas nosotras, mujeres y sobre todo madres neuróticas del planeta entero, podemos instalar con deleite casi mórbido en las agobiantes cabecitas de nuestras criaturitas...
Pues bien, ése es exactamente el caso al que me estoy refiriendo...
Tener a Martincito (hooh, ¿no es acaso una divinura deleitarse con los ojos achinaditos y la naricita fruncida junto a los dientitos rechinando de vergüenza y algo cercano a la indignación cada vez que a nuestros bebés les ponemos “simpáticos” diminutivos?) Fue realmente todo un logro... ¿Pueden creer que desde chiquito nomás renegaba de tenerme como madre? ¡A mí!... el muy terco no soltaba el cordón umbilical, y ni que hablar de querer salir de la bolsa uterina!... pero al final, gracias a la fantástica ayuda de los fórceps, salió!... Ohhh, tan lindo!!! Todo lloriqueante!!! Indignado cuando el Dr. Le pegó en el traserito hasta que chillo como rata cuando le roban su queso...
Su infancia fue de lo más placentera. Me acuerdo como si fuera ayer!, Escupía todo lo que se le acercara (aunque claro, como a todo bebito, adoraba atragantarse con todo bicho que acertara pasar frente a sus narices... su menú preferido eran los “escarabajos al barró”); y cuando aprendió a caminar... AAYYY que costa más abarcable! Se prendía de todo mantel que encontraba a su paso (eso claro hasta que rompió el jarrón más viejo de la abuela Fluffly y ella, indignada, le mordió la mano)...
Sus primeras palabras fueron ( y las recuerdo como si me las estuviera diciendo en este preciso instante) “caca mami, te desheredo!!”. Y ahí , en ese momento, paradito en la vereda de casa con su mochilita de Mickey Mouse y su mantita azul en la mano derecha, a la tierna edad de un añito y medio, se sacó el pañal y me lo tiró por la cabeza en demostración de afecto... con tanta mala suerte que yo, queriendo abrazarlo y aplastarlo a besos en sus rollizos cachetitos, sin querer me moví de mi lugar, y el Pampers terminó dándole de lleno a la cara de la vecina...
Siempre fue un chico precoz, saben... siempre el primero en todo: el primero en tener piojitos, sarampión, varicela, rubeola, urticaria, campeón de payana y tiro al blanco...
Claro que yo, como toda madre ejemplar, siempre lo animé y alenté en sus proyectos. Cómo cuando quiso ser mago (a los diez añitos!), como Houdini!... y me pidió que fuera su secretaria, a lo cual accedí gustosamente. Me metió adentro de la caja del televisor que acabábamos de comprar (y el bomboncito solícito les hizo huecos a la caja para que yo sacara la cabeza y los pies por ahí para mi mayor comodidad), le pidió prestada la sierra eléctrica al abuelo Juan y quiso hacer el truco de cortarme a la mitad (así tendría dos mamis como yo en lugar de solo una... ¿no es halagador?). El problema fue que, como la sierra era demasiado pesada, no pudo controlarla y termino cortándole las rosas a la vecina (si, si... La misma del pañal); asi que desistió, llorando y moqueando de rabia mientras se metía la manito, entera, por una fosa nasal...
A los quince años, ya buscando convertirse en el divinor de hombrecito que es hoy día, quiso invitar a salir a una mocosita... digo... a una vecinita... una chiquita simpática. Pero más gorda que Willy la Orca Asesina (y con el mismo olor)... nunca supe bien porque no funcionó, pero por lo que leí en el diario de Martincito... digo... por los rumores que corrían... la adorable criaturita (mi hijo, claramente) le tiró desodorante mata polillas en la cara a la nena cuándo ésta lo quiso abrazar... (y les digo que fue una decisión inteligente porque desde que la chiquita creció se parece demasiado a lo que en cualquier hogar decente se conoce como “hiperninfómana”)...
Una vez, AAAYY cuanto miedo tuve! Se fue con el colegio a Bariloche (18 añitos tenia ya mi bebote... como crecen... como crecen...), y se perdió!!! Afortunadamente yo, madre precavida si las hay, le había metido un localizador automático con micrófono y cámara infrarroja a prueba de agua, en sus boxers preferidos; así que después de tres desesperantes días de no recibir noticias suyas, le subí el volumen... ah... digo. Encendí el aparatito tecnológico ése y, si bien se corto la señal del transmisor justo cuando mi chiquitín estaba diciendo algo acerca de los globos (parece que se había perdido en algún circo o algo similar, aunque después lo encontraron en una hostería muy autóctona!), me bastó para enviar un simpatiquisimo grupo de agentes policiales a recorrer cualquier lugar barilochense donde se pusiesen encontrar globos! Hasta que finalmente me lo trajeron de nuevo a casa, sano y salvo, enfurruñadito como siempre...
Y ahora, está a punto de cumplir 21 añitos... y es una cosita toda flacucha, altísimo y carente de cachetes... el muerto retrato de su madre (cada vez mas gorda y petisa)... Será todo calladito, berrinchudo y a veces hasta malhumorado pero... ¿no es querible?...
Ya le estoy comprando los sombreritos puntudos de papel y las papitas fritas, para que festejemos su cumple... y encontré 21 velitas celestes que se apagan y se vuelven a prender interminablemente... estoy segura de que Martincito va a estar feliz!!!
!!!Cómo crecen los chicos!!!
Ya le dije que siempre, siempre, me va a tener a su lado (como es el deber de toda buena madre), por eso, ya me encargue de los arreglos correspondientes para que, si por esas casualidades de la vida llegara incluso a casarse, con todos mis ahorros podamos agregar una habitación al lado de la suya en casa para su futura mujer y, después de un tiempo, contratar alguna enfermera por si llegara a enfermarme y el me necesitara cerca... ¿lo mejor es mantener la familia unida no es verdad?... ah.. en fin, me voy a colgar las guirnaldas antes de que lleguen los primitos y vecinos del barrio...

¡FELIZ CUMPLE CUCURUCHITOOO!