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Un falible amanecer

Desesperado, el pintor tomó el pincel dorado y lo recargo en sus labios, contempló un momento su ventana buscando la inspiración que se sucumbía entre recuerdos y pensamientos en un confín tan cuadrado y hermético que le acosaba. Suspirando se levantó de la silla mirando por el cristal de la
ventana, con las manos de tras y un semblante enigmático y a la vez triste, Suspiró una vez más.
Contemplando las mismas calles oscuras bajo luces artificiales, los mismos transportes ambulantes y molestos de una ciudad, la misma gente...Todo, todo aquello había pintado ya. Tomó un cigarro y fumándolo, cerró los ojos. Tan falto de inspiración, no había algo que sus manos no hubieran plasmado en papel. ¡Qué menester!. Extinguió su cigarro, aún completo, con el cristal de la ventana y se sentó de nuevo frente a su escritorio.
La cera de la vela era escasa y hacía sombras de cualquier cosa frente al papel. exasperado, el pintor, sopló a la vela y en oscuridad quedó. Contempló el paisaje que anteriormente había estado pintando y se desquitó contra él destrozándolo. Tomó un pedazo del papel y arrojó el resto al cesto de basura, se recargó en su asiento e introdució el papel a sus fauces. Unos momentos después se reestableció en su asiento, contempló un momento el vaso de agua oscura donde postradas estaban las brochas y pinceles. Pensó un momento con su mano derecha en su piocha y al fin se paró una vez más frente a una de las seis ventanas y la cerró para ocultar las luces de automóviles y faroles que aún en una noche no eran posibles amortiguar.
En su silla se sentó y una vez más poseído por la exasperación que causaba su imposibilidad de pintar tomó una brocha y en la oscuridad se decidió a pintar. si todo lo que había contemplado lo había ya plasmado, lo único que podría hacer era pintar algo que jamás habían visto sus exasperados ojos.

Él partió esa noche y no regresó para contemplar su creación, -Simplemente el temor-.
Me dejó en plena oscuridad bajo los cristales rotos sobre su escritorio.

¿Cómo podría yo saber si ante todo el sol se despertaba o iba a desvanecerse para acompañaros en mi noche?
La brocha que pintó mis ojos jamás imaginó que mi mirada también sería oscura sin posibilidades de mirar aquel sol tan aclamado.
Vaya que siempre fue tedioso mirar a través de este papel, mirar lo mismo día tras día. Yo sabía que era de día aún sin poder mirar el sol, los cristales rotos de allá afuera se sentían brillantes cuando el sol se postraba en montañas al alba, titubeaban.
¿Cómo puedo nombrar al sol si apenas se de su existencia?, aquél que soy de seguro soñaba.
He pintado cada detalle que escucho, en cuadros, y cada día es aún más difícil encontrar que plasmar en recuerdos cuando aquellos están completamente asediados para poder suplirlos con nuevos retratos.
Ciego soy, más aún veo. Y duele pintar solo oscuridad. Mas duele más pintar solo la misma monotonía de sonidos que ambulan fuera; por eso he cerrado la segunda ventana para que mi pintura sorda yazca, y así pintar algo que jamás he oído.

Texto agregado el 20-03-2005, y leído por 118 visitantes. (0 votos)


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