Muchas veces antes me había preguntado como se hacían estas cosas de meterse adentro y descubrirse o re-descubrirse, bueno ahora que estamos intentándolo me pareció bueno llevar una bitácora de ello; como permanente manual de consulta para mí de aquí en más y como referente para aquellos que se animen a ser viajeros de lo interior.
1RA. Vuelta.
Todo arrancó con esta simple historia:
“Hace mucho tiempo, en una pequeña región de Africa existía una tribu en la cual era costumbre que todas las jóvenes en edad de casarse usara varios y bellos collares, una de estas muchachas destacaba del resto por poseer el más bello y vistoso de los collares.
Un día caminando a orillas de un lago se encontró con un grupo de las muchachas y estas en su envidia le dijeron que se acercara y que hiciera lo mismo que ellas, la joven les pregunto que era esto y ellas le dijeron que habían hecho una promesa arrojando todas sus collares al lago. La joven no tuvo inconvenientes, se quito su collar y lo arrojo a las aguas; entonces todas las jóvenes sacaron de entre sus túnicas los collares y riendo y saltando abandonaron a la muchacha. Esta triste y dolida comenzó a caminar por la costa del lago llorando y pensativa, en un momento repentinamente sintió en su interior una voz que le ordenaba “¡¡ arrójate inmediatamente al agua!! ”….al hacerlo en el fondo encontró una cueva a la cual ingreso. Estando dentro vio allí a una anciana bastante maltratada y lastimosa la cuál al verla llegar le dijo: “ muchacha, ven y besa mis llagas y heridas”…. la niña casi sin pensarlo hizo esto y al instante la anciana se convirtió en una mujer hermosa y radiante. La doncella entonces en señal de agradecimiento le dijo: “ por haber tenido misericordia y entrega te daré un favor especial, de ahora en adelante Tú nunca podrás ser vista por ningún demonio, serás totalmente invisible”…..casi simultáneamente entro a la cueva un fiero demonio que resoplaba y decía: “ siento olor a carne humana, deseo comer..” pero paso junto a la joven y no la vio. Antes de irse, la mujer colocó en las manos de la muchacha un collar aún más bello y rico que el anterior y la saludo con un abrazo.
A la tarde en la aldea, el grupo de chicas se encontró con la joven y al verla con tan hermoso collar le preguntaron dónde lo había conseguido….ella empezó a relatarles su historia, les hablo de la cueva en el lago, de la anciana que allí encontró y que le dio el collar; esto basto para que todas salieran corriendo hacia el lugar donde estaba la cueva, se arrojaran al lago, entraran en la cueva y al encontrar a la anciana le pidieran collares pero cuando esta les pidió que besaran sus heridas ninguna acepto por repugnancia……………entonces repentinamente llegó el demonio y las devoró a todas”.
Bueno basto que se nos pidiera que pensáramos en esta historia como un simbolismo de un viaje a nuestro interior para que fuéramos descubriendo algunas cosas que ahora comparto con ustedes.
Mas de una vez lo que nos lleva a pensar en nosotros y nos hace mirarnos es fruto de una emoción muy fuerte, un quiebre; tal vez el dolor sea una de las más frecuentes, es en esos instantes cuando bajamos muchas de nuestras barreras y nos zambullimos, incluso sin darnos cuenta en nuestro lago.
En este viaje interior que hacemos, repentinamente alcanzamos a tener la visión de aquellas que son nuestras miserias, esas llagas y heridas que todos cargamos, pero ¿ cuantas veces somos lo suficientemente valientes y humildes para aceptarlas y no sentir repulsión por ellas?.
Es allí donde está la puerta más difícil de pasar en nuestro viaje, vencer esa resistencia a reconocernos imperfectos, erróneos y miserables; aceptar nuestra negatividad y aún más, abrazar estas llagas y reconocerlas como propias, como parte de nosotros.
El otro secreto que encontramos es que cuantas otras veces actuamos como las muchachas y rehusamos a la entrega y propia misericordia y por horror y miedo terminamos negando nuestra propia compulsión, cuantas veces hicimos esto antes en la vida y finalmente nos llevo a perder lo más preciado de nosotros, nos autodevoramos y generamos más heridas aún en nuestra alma.
Allí comprendimos que ante todo si quiero ser un viajero de mi interior debo ser valiente, humilde y compasivo conmigo, con mi persona. Solo aceptando mis llagas, queriendolas me libero para sanarlas, es como no aceptar que mi cabeza tiene una jaqueca y que está allí pero que puedo y debo curarla, que he de buscar los medios para hacerlo si no lo sé.
También comprendimos que esto no se hace solo, que siempre debo aceptar que necesito de ayudas, de ancianas que me impulsen pero que no harán mi camino por mí.
Y quizás otra pequeña reflexión que nos quedo es que la sanación no solo está en nosotros, que parte del camino de autoviaje se nutre de los otros, de todos los otros que me rodean entregando parte de su viaje interior como experiencia y sobre todo para darnos cuenta que no somos individualidades en este mundo sino parte de un colectivo, parte de un “todos” y que cada uno de nosotros tiene su sanación a realizar, la base de un comprenderme, ser comprendido y comprender al resto
|