Nací de noche mientras los pájaros parten antes de volar,
llegué a la hora precisa para llorar en las tinieblas,
cuando los ángeles duermen
y se escucha el silencio del mundo
(Dios también duerme de noche).

Vivo la mascarada del futuro y su terca agonía,
el bullicio pulula por la ciudad,
las voces perturban mi sueño.
El tiempo es un barco en altamar en medio de las tinieblas
anclado al vaivén de la vida.

Tengo un rostro y mil espejos que me miran
mientras la guerra se oculta en la oscuridad.
Los crímenes más atroces se cometen en nombre del amor,
los espectros caídos en las trincheras me conmueven;
reconozco, hay guerra: muere algo de mí.

Voy a otro sitio y no sé a dónde llegar,
el tren del deseo partió dejándome al amparo de mi orfandad.
A tientas sigo el contorno del mundo,
sus sendas me llevan a esta tierra sin frutos.

Soy luna de abril,
mi sombra habita en el campo del olvido
mientras la noche vive el silencio de la derrota.
Pago la franquicia con un grito en el desierto,
arropada de palabras y cansada del hastío me pregunto
¿quién soy? soy y ya.