Cuando el frío alcánzaseme con el cálido abrazo
del sedoso regazo proclamándome descanso eterno
Desearía que llamas ardientes conjuraran polvo donde me han postrado;
Y que el polvo nadase entre la inmensidad del océano
Y así, si mi alma aclamase la reencarnación de mi cuerpo...
Cobraría vida, yo, eterno mar.

Lloraría por vuestra sangre derramada en mi vino ataradecer.
Cantaría, gritaría con la suave voz de mi oleaje.
Y no olvidaría quien fuí, porque el océano ve, y alguna vez me reflejé en sus aguas.
Y si muriese alguien bajo mi tempestad, cuidaría eternamente de su alma.

Y si aquél, amado mío, alguna vez llegase a extrañar mi ausencia,
podría sentir mi presencia en mil abrazos infinitos.
Susurraría vuestro nombre en brizas;
Y gritaría mi amor con la fuerte resonancia que causan mis olas.

Jamás volvería a encontrarme sola; con el cielo mi manto
El abrazo de la luna y los demás astros.
Platicaría con el infinito y trataría de llegar a él,
Saltando cuando mi amiga luna se descubra de la penumbra.

Cuando vuestas lágrimas vayan a caer en mis aguas,
No tendrán resonancia y cantaré esa noche por vos.
No necesitaría de alas para volar,
Solo sueños para soñar
Porque ya no los necesitaría para vivir
Ni necesitaría vivir para soñar.
Ya solo me quedaría disfrutar del dolor que alguna vez causaron mil lágrimas.
Y que ahora en el sepulcro de ellas sonrio bajo mi tempestad.