Antes de abrir los ojos la inundaron las ganas de llorar.
Maria supo que era sabado por esa tristeza infinita. Sentia que la cama la tiraba hacia adentro y hacia abajo.
Pero TENIA que levantarse. No importaba cuanto odio le diesen sus creencias, las tenia clavadas en la medula y eran mas fuertes que sus decisiones.
Pensar en ella iluminaba la mañana de sabado de Sebastian, que se encontraba con su mama, con la ausencia de siempre de su papa, con los caballos y su hermanita (que le habia robado demasiado de su mama)
Pensar en ella inquietaba a Dolores, como cada sabado. Por que esa hermana suya, tan entera cada dia, tan caricias y sonrisa toda la semana, tan manos duras y manos blandas, se quedaba sin manos y sin risa cada fin de semana?
Dolores no buscaba respuestas. Solo se preocupaba y meneaba la cabeza.
-Paciencia, Diocito. Vos sabras por que.
Y amasaba el pan de gloria y chicharrones.
Pero para Maria, ella misma apenas si era un cuerpo que meneaba su almita liviana.
No fue hasta que salio y vio la campana (la vio? llego a verla realmente o hacia años que ya no la veia, como no vemos nada de lo que esta siempre ahi?)
Entonces el dolor profundo le hizo bajar la cabeza en un si furioso. Todo se ponia negro un momento. Y ya esta. Se habia acostumbrado a no pensar en esa puñalada en su cabeza que anunciaba oficialmente el comienzo del fin de semana.
La recordaba la Alicia esa mañana, mientras veia dormir a sus dos nenas. Una mas tonta. La otra mas fea. Sus dos soles. Lo unico que la consolaba de lunes a viernes era saber que sus angeles estaban con Maria. No lo sabia, pero se hubiera muerto tranquila sabiendo que Maria, seguro, seguro, cuidaria de sus nenas.
-Ya estas amasando esos ladrillos otra vez! para que? si se lo comen los perros!
Dolores no sonreia, pero le alegraba el corazon la forma retorcida en que Maria saludaba el nacimiento de esos panes que amaba.
-La misma costumbre de mierda que la vieja! malgastar harina!
Y eran dos crias otra vez subidas a los arboles, dibujando en el barro, sentadas a la siesta contando los vagones infinitos de ese tren.
-Dolores !! Maria !!! por favooooooor !!!!!! a ver si se me lavan las caritas esas chiiicaaas que va a llegar el taaaataa y las va a ver asiiiii!
Dolores se sentaba cerca de la ventana de la casa grande y miraba las vias vacias, lejos.
El sol pegaba fuerte y todo estaba en silencio.
El mundo era un zumbido y su mente era eso.
Las campanas sonaban lejos y le hacian vibrar el alma.
Con los ojos abiertos, no estaba alli. Ese momento iba a estar siempre en su vida. No queria decir nada. O venia desde antes, desde muy lejos. Era un recuerdo infinito hecho de sol y campanas. Y de una dulce tristeza. Esa emocion de lo inminente. Ese hueco en el pecho.
Maria...Maria corria a los gatos, Maria escondia tesoros en latitas dentro de bolsitas, enterradas en el fondo a tres pasos de un arbol...y de otro. Tesoro sobre tesoro.
Maria rodaba en la tierra seca hasta sentir que el mundo giraba alrededor de ella, hasta sentir que ella ya no era mas que el centro vacio sobre el que giraba lo demas. Nada mas que un vertigo.
Para la hora de la cena, como todos los sabados desde hacia mas de diez años, Maria ya era una sombra.
Dolores tejia "ese pullover hecho de fracaso" y se reia como cada sabado cuando se acordaba. Lo habia hecho por primera vez hacia seis meses. Por la mitad (mas de la mitad) se le acabo el rojo y fue a comprar mas. No era igual-igual. Pero si no te fijabas muy bien era igual. Y si no...seria un pullover de dos colores. Mita colorado y mita rojo.
Cuando lo termino se lo mostro, feliz, a Maria. Era para Maria !
Maria miro el pullover, le miro los ojitos brillantes, miro el pullover otra vez, y le dijo, mientras se tentaba :
-Se llama "se me termino la lana"
Dolores lloro todo ese domingo. Y enterro el pullover en el placard. Pero, como siempre habia hecho con todo, desenterro el dolor con el pullover, destejio la rabia y empezo otra vez, pero ahora a franjas, una roja, otra colorada. Y cada vez que cambiaba de color, se reia.
Ya juntaba risas para el domingo. Ya sabia que el domingo Maria se iba a poner imposible.
Pero no importaba.
Maria corregia las pruebas y insultaba bajito? Ella fregaba el aula
Maria escuchaba la radio nacional y murmuraba? Ella regaba las plantas (y las palmeras -vas a pudrir esas palmeeeras, brutaza!)
Pero ese domingo, Maria fue mas alla. Se puso a buscar la Virgen sabe que. Lo busco en su escritorio. Lo busco entre las cajas. Y despues lo busco en el cajon.
Y encontro las fotos.
Sus once pichoncitos. Con sus pantaloncitos cortos y sus patitas flacas.
Con sus cachetes colorados por el frio.
Con sus ojos redondos y tristes.
Con sus dientitos contentos y su pelo tan peinadito (era el dia de la foto!)
Uno tenia delantal. Como lo cagaba a palos ese borracho hijo de puta!. Pero le compraba el delantal.
Dario. Maria le contaba un cuento solo para el a la noche. Y lo tapaba tres veces. Cuando se dormia (abrazado al delantal que-me-regalo-mi-papa), cuando ella se levantaba a las dos (somo un reloj) para taparlo de nuevo y a las cinco cuando le cambiaba las sabanas meadas, llorando, para que nadie supiera.
Y el, haciendose el dormido, la escuchaba tragarse las lagrimas, todos los dias. Y eso, nada mas que eso, le sostuvo unidos los pedazos del alma rota toda la vida.
Y Maria se quedo mirando la foto. Y empezo a llorar fuerte.
Era la segunda vez. Y Dolores levanto la vista del tejido y asintio despacio con la cabeza.
Hacia cinco años ya de la primera vez. Tambien fue un Domingo. Y Maria, la directora, se hecho a los brazos de Dolores, la vicedirectora, y le sollozaba
-Le pega fuerte, mamita, no puedo mas!
Cuando ese abrazo que reunia a todo el cuerpo docente de la escuelita se deshizo, Dolores subio al caballo, con su carita de nada, y esa noche empezo a hablarle despacito y dulcemente, con su tonito de maestra al papa de Dario.
El la interrumpio a mitad de la primer frase, pero cuando le miro los ojos, se dio cuenta que se habia equivocado. Y se quedo callado, a mitad de camino, con la boca abierta.
El tono de ella no cambio. Pero los ojos ahora eran los de esa nena que nunca dejo de ser. De perra con crias. Definitivos.
Ni ella sabe que fue lo que le dijo. Ni el se acuerda
Se emborracho toda la vida. Pero al Dario no lo toco nunca mas.
Esta vez era peor. Hacia mucho que Dolores esperaba eso. Respiro aliviada de que hubiera llegado. Y volvio al tejido.
A la noche, despues de comer (que rica esta esta porqueria!, mamita!-le habia dicho Maria) Dolores agarro, otra vez, el toro por los huevos.
-Que te pasa negra?
Maria se la quedo mirando. Callada. No. Muda
La cara le empezo a cambiar, despacio.
Negra.
Negra fea.
-Mira lo que te tengo aca, negra fea !
Maria le habia pedido a los reyes una muñeca que hablaba y que tenia zapatitos que se podian sacar. Azules.
El 6 de enero en los zapatos gastaditos y mal arreglados habia un cuentito. Y asi Maria supo que los reyes no existian. Peor. Que no habian existido nunca. Ni el raton perez. Y los hijos se debian hacer como cuchicheaban las Ortiz. Y sin ropa.
-Mira lo que te tengo aca, negra fea !-le dijo esa tarde Mercedes
y le dio un paquete mal hecho. Con un dibujo feo. Lo abrio con los ojos curiosos. Miraba el paquete, miraba a su hermana. Y el paquete otra vez. Adentro estaba Adelita. La unica muñeca de Mercedes. La que dormia entre su ropa. La que besaba todas las noches.
Y asi Maria supo que los reyes si existian. Y el raton perez tambien. Y que los hijos se hacian arrancandoselos de las tripas.
-Que te pasa negra?
Cuanto hacia que no le decia negra?
Las lagrimas le corrian por la cara.
-Es una vida de mierda, mamita. Perdidas como dos boludas en el medio de la nada. Dandoles nada a los changuitos para que nunca sean nada. Viendolos ponerse duros y malos.
Poniendonos viejas.
Me cago en el himno, mamita. Los changos se nos cagan de frio! Nos gastamos la vida acostumbrandolos a estar enterrados vivos!!
Dolores la escucho sin moverse una sola vez. Y Maria le lloro treinta años de borrar pizarrones para escribir otra vez lo que iba a borrar. Y la tiza se iba, y el pizarron estaba cada vez mas viejo.
San Martin con su cara de boludo arriba de ese caballo, vestido para el carnaval. Sarmiento con su eterna cara de culo.
A Dolores le habia costado unir al angel que en la semana acunaba a cada uno y retaba a todos con la sombra que cada fin de semana vivia en esa sombra que era la escuela vacia.
Despacio supo que el angel vivia de la sangre de la sombra.
Que la poca esperanza se le gastaba de lunes a viernes. Que los fines de semana (que empezaban los viernes, cuando se iban los changuitos a caballo) Maria se dejaba ganar por la desesperacion, por el vacio.
Ese año la estaba consumiendo la sospecha (el miedo) de que la Maria se le matase en las vacaciones. Tanto se hundia sin los changuitos.
Y esa vez no habia borracho que amenazar, ni caballo que galopar.
Pero Dolores no se iba a quedar quieta. Se revolvio en la cama toda la noche y a las cinco se levanto y se fue a la tumba de la mama.
-Mama, va a tener que decirle a la virgen que haga algo, porque la negra esta jodida de verdad.
Apretaba los puños y fruncia el entrecejo.
-Yo no le pedi nunca nada y uste siempre le pidio guevadas. Pero en esta no me arreglo sola mama. Y yo sin la negra mando la escuelita a la mierda. Que lo haga por los changos, digale. Que nosotras no servimos mas para nada.
Con el sol volvieron los chicos y la escuela volvio a ser la casa grande.
Y la mama le pidio a la virgen. Y la virgen la trajo a la Amelia el martes en el tren.
Hacian seis meses que la Amelia se habia ido a la ciuda. Aquel fin de semana Maria no protesto. Hasta cantaba bajito mientras corregia las pruebas.
Pocas cosas la podian hacer mas feliz que pensar en la Amelia en la ciudad.
Con sus 16 años era una mujercita hermosa ya.
De chiquitita era picara. Inquieta, picara, viva. Jodida. Y como le gustaba leer! Se metia en los roperos, apenas una hendijita para que entrase luz.
-Te vas a arruinar la vista, Amelia, por Dios!
Cuando Dolores la vio llegar, cuando vio en la cara de Maria que se le habia parado el corazon, murmuro, sin pensar
-Esta virgen esta loca.
Las clases terminaron temprano ese martes. Maria y Amelia se fueron caminando por las vias, como siempre que Maria tenia algo demasiado importante que hablar con uno de sus changuitos. Nadie se acercaba en esos dias. Y todos cuchicheaban
Hablaron de la ciudad, del cine. De los autos nuevos y de los muchachos. Todos tan distintos y tan lindos.
De ser bachiller y doctora y de casarse con un contador.
Pero las dos sabian que estaban calentando la charla al rescoldo.
-Que haces aca, mija. Que te olvidaste?
-Quiero estar aca, me quiero quedar a ser uste. A ser lo lo que fue para mi. A darles a los pibes que vienen ojos de pajaro, para que puedan viajar a las estrellas y saber de los aviones y de los pinguinos y de todas las cosas que nunca les van a servir para nada mientras crias ovejas y se acuestan con los tios.
-Pero vos podes irte, Amelia!, vos podes ser distinta!-a Maria ya se le caian las lagrimas. El dolor le arrasaba el pecho por esa esperanza que se la caia a pedazos.
Amelia la miraba casi con lastima. Apenas podia entender que Maria no entendiese nada de lo que le cantaba su corazon
-No, Maria. En la ciuda, en cualquier ciuda voy a ser una pelotuda mas. Yo ya los vi. Peor que eso. Voy a creer que sirvo para algo. Que soy alguien.
Aca siempre voy a saber que no soy nadie, pero les voy a dar a todos este saber que hay mas, que afuera hay demasiado. Y cuando vuelvan a los tractores y a la noche entre los grillos van a poder llorar sin saber por que. Y soñarse otros en otros lados. Y cuando apoyen la mano en el tractor y sientan vibrar el motor van a volar a las ciudades.
Las alas, Maria, Tener las alas aunque las raices de pobreza y de costumbre te tengan siempre aca
-Vos tenes raices de miedo, chiquita- y negaba con la cabeza sin resignarse a pensar en esa nena hecha mujer en ese pueblo de mierda.
Asi lo sentia, si, aunque lo amaba desde los ovarios, tambien sentia que ese pueblo le habia cortado la vida. No. Peor. Sentia que le arrancaba la vida a sus nenes y a sus nenas. Y, ahora, ahi estaba su mejor esperanza, contandole que ella era la culpable de que quisiera pudrirse. Igual que ella.
-No, Maria, miedo las pelotas. Desde el dia que dijistes que morirse estaba bien que no le tengo miedo a nada.(cuando habia dicho eso?, creia eso?) Me quiero quedar aca porque aca voy a ser yo. Me pasare la vida pajeandome, pero voy a ser yo!
A Maria le causo gracia verla ponerse coloradaal irse de boca. Y sonrio. Primero despacio. Despues, mientras hablaba, de oreja a oreja.
-No se..a vos te vi mirandolo al Juan de la biblioteca (Juan a secas era el de la escuela, el que se comia los mocos y hacia palomitas de papel tan lindas y las cambiaba por sonrisas) Mira que es muy grande para vos..
Maria, esto lo vas a saber nada mas que vos. Me lo culie para que se robara Cosmos de la biblioteca para mi. El de Seagan. El de los planetas y las galaxias. El del ADN y el big bang. Y lo tengo en casa. Llore toda esa semana leyendolo. Valio la pena esa siesta!
Maria se quedo seria. De pronto todo le daba vueltas. Estaba vieja. Muy vieja.
En un momento estuvo en la mesa del patio, mientras el tata la retaba por decirle tonta a la mama. Estaba en la escuela llorando por que se habia hecho pis encima. Estaba en el baño llorando despues de masturbarse por primera vez. Estaba en el galpon, a oscuras, abrazada a su primo y dandole besos en la frente empapada de sudor. Los ojos que brillaban de la hija de su corazon, de la hija de cada dia (de lunes a viernes) de su hija mayor, la hicieron volver.
-Me dijo que si se la chupaba me conseguia las obras completas de Borges
Maria, tratando de mantenerse seria, pensativa, le dijo :
-Parece un buen negocio, no?
-Señorita ! (ya las dos se reian fuerte) se la chuparia por una Anteojito.
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