Te miras en el espejo y con la mirada fulminas la leve ilusión que conservabas de haber cambiado algo desde la última vez que te miraste. Pero todo sigue igual, y si hoy el maquillaje ocultara alguna de tus facciones, todo sería un engaño, una idiotez. Te dicen que la única forma de ser feliz es aceptar la realidad que te tocó vivir y desear a partir de esta realidad. Pero a los que te lo dicen les tocó una realidad mejor.
Te vas a dormir tratando de expulsar el mayor número de lágrimas posibles de tu cuerpo, deseando que el llanto consiga borrar ese rostro que estás condenada a llevar. Pero a la mañana siguiente todo es igual.
Te tocó resignarte a tener un aspecto mediocre, vulgar, y aun no has aprendido a dejar de hacer eso que tan infeliz te hace: desear.

“…el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe, una hoja cuya rama no existe, un mundo cuyo cielo no existe…” (Luis Cernuda)