Ecos

¿Para qué borrar palabras?
En el interior de una carta en llamas
Rayando el alba, anegando el sol.
¿Para qué soplar a tu ardiente sangre?,
El viento le da más vigor.

El gélido fuego, El acantilado desangrante
Desembocando en el horizonte
De las montañas escazas de voz
Que roban el aliento para ascender mi voz.

Palabras inexistentes que los montes se niegan a olvidar,
Incrustándolas en mi cabeza,
Retumbantes como tambores
En una funesta sinfonía;
Retumbante como la voz de la guerra,
Resonante como la voz del silencio
Que se derrite en lágrimas descendientes
En el lago de recuerdos.

¡Oh! Melodía condenada a tú propio albedrío.
Melodioso auge que se niega a la clemencia.
Marchitas voces veladas por miedo
Escondidas en cada rincón de mi oir.

"¡Dejadme en paz!", -decía-.
pero la amnistía no era otorgable
-Mi alma oía-.

¡Oh! Resonancia del eco de mis lágrimas
Que al tocar el suave océano,
"Una lluvia decadente en el inolvido".

El sonoro eco Malidjo,
Que hasta el fúnebre silencio posee
Ecos; agraviantes del olvido,
Repercuciones en un hilo
Aclamando el "nunca olvido".