Cuando Luci jugaba con Luis todos en el pueblo, en el pueblucho, ese ir y venir de chinches ruidosas, se complacian en mirarlos corretear a través de los árboles y en diseñarles, al mejor gusto farandulero, ese futuro que tanto les pesa ahora, como fardo en la espalda.
Ella tan fria, tan fria, dice él. El tan tonto, tan bobo, piensa ella. Una callando en el culmen de la repulsión, uno parloteando a mansalva hasta que las velas arden, y arden de veras.
Cuando Luci jugaba con Luis, él desarmaba relojes tirados, esos que el abuelo relojero deshechaba ya por inservibles, mientras Luci lo observaba hacer y le sacaba la lengua. La gente llegaba entonces, en la parte delantera de la casa enorme habia otra tienda, una panaderia. La gente se asomaba y los veía y se sonreía, se veian tan bien juntos...
Luci se destacaba desde chica, ya sea por el destello de sus ojos verde seco o por la perversidad de su expresión. Cuando descubrió la muerte, en un velorio casual al que fue de manos de una tia, se dedicó a informale a quien venía la desdicha de su destino con una concisa nota: "Te vas a morir"
Algunos se reian de su ocurrencia, y otros la miraban alterados. No paró de decirlo sino hasta que tia Zulema la amonestó un día delante de todos haciéndola quedar como niña caprichosa.
Poco a poco fue absorbiendo el entorno y superándolo, controlándolo, dominándolo.
LLego el dia en que una mirada luciniana callaba a todo mundo en la mesa, deshacia la conversación, propugnaba el tema y ordenaba el postre.
Sin embargo, asi y todo, el pueblo la casó con Luis. Todos los supuestos, todos las miradas confluian sobre ellos atándolos como nudos, liándolos como si ya no fueran sino la misma cosa.
Es así que su existencia se une a la de él en cada punto, en todo extremo, en cualquier maldita festonada.
El hace todo lo que ella desea, sin proponerselo, casi por inercia fáctica.
Si ahora mismo ella le pidiera el divorcio , él se lo daria sin titubear, y ella ya no podria sacarselo de encima.
Su lucidez, su poder de intuición y su perspicacia no le sirvieron para darse cuenta de lo esencial: todo lo que cede, quita.
Cuando Luci jugaba con Luis ambos eran niños.
Hay un tiempo que precede al tiempo y ya se los comió.