Capítulo I “El fin”
Tal vez sería una melodía cantada por ángeles, tocada por retumbantes tambores de demonios y abrazada por el frío de lágrimas gélidas que caían en forma de una gran masa de blanca nieve que rodeaba a todo el imperio. Tal vez esos ángeles con cara de niños pálidos y labios morados ,por el frío, luchando, perdiendo su inocencia con un simple movimiento de su bruta espada haciendo a la nieve blanca transformar a un rojo intenso. Tal vez ellos serían los futuros demonios de su mente. Sería la melodía fúnebre cuyos ecos siempre gritarían dentro su cabeza y los cuales la herirían hasta sangrar en cosquilleantes lágrimas de sangrante eternidad. Tal vez esto o el hecho de quedarse parada, paralizada. Con su inexpresivo semblante. Su mirada fija hacia un vacío, inmóvil. No gritaba, solamente estaba ahí, mirando casi de la misma manera que miraba su muñeca de porcelana, a la cual sostenía entre un brazo. Aquellos gritos, eran gritos de las víctimas de la venganza, gritos que por un momento cobraron vida y que después fueron perdiendo su vitalidad hasta convertirse en solo ecos vacíos. De pronto, uno de esos ecos empezó a llamarla , Era una voz casi sin aliento, una voz que lloraba. Después de unos segundos, Eis se dio cuenta que esta voz no era un eco y aquél vacío que contemplaba tembló. Al ver a su madre, gritando su nombre, llorando al resignarse de darla por muerta entre aquella masacre despertó de esa nada en la que había dormido y pensó rápidamente en bajar e ir a los brazos de su madre, subirse a aquel carruaje y huir, pero sus pies no se movieron. Ya era demasiado tarde -pensó-.
Escuchó a lo lejos el galopeo de los caballos que arrastraban el carruaje y divisó como se alejaba. Estaba sola. Una lágrima visitó su mejilla en ese instante y su muñeca resbaló de sus brazos hasta caer en una de las calles, más su mirada no se movió. Ella escuchó como la porcelana se quebraba a pesar de todos esos gritos pero, al parecer no fue la única que la escuchó caer, porque sintió una mirada justo después. Su corazón empezó a palpitar rápidamente y, como un eco, a penas empezó a sentir miedo. Dio un paso hacia atrás, y, sin pensarlo dos veces salió corriendo. Del balcón salió por una puerta de cristal y se encontró en esa casa, una casa totalmente desconocida para ella. Sin embargo, la adrenalina que recorría su cuerpo no la dejó pensar en como había llegado ahí. Correr, correr..Era lo único que le dictaba su cuerpo, alguien la seguía, no dudaba.
Cansada y desesperada sintió una brisa cálida a su espalda. Pensó que era él. Sí, debía ser. Cerro los ojos fuertemente y mordiéndose el labio inferior esperó a que una espada le atravesara la espalda. Extrañada de que nada pasara rotó su cabeza lentamente y se encontró con ¡El mismo demonio!, ella pensó al ver como llamas ardían alimentándose de la vitalidad de esos bellos y misteriosos paisajes y dejándolos en solo cenizas. ¿Qué clase de demonio haría tal barbaridad? –Pensó ella-. No Podía ser nada bueno. Asustada, corrió a la puerta principal e intentó abrirla, más fue vano. La puerta estaba atascada. Aún así ella alaba y peleaba con la puerta llorando y gritando por ayuda. Hasta que empezó a sentirse mareada, el demonio empezó a emanar almas grises que arrebató a cuerpos inocentes, las cuales eran su ejército. Eis empezó a toser. Aquel demonio empezó dilatarse, después que la oscuridad poco a poco atormentaba ese lugar y los sonidos se ahuecaban formando un ambiente fúnebre. El demonio ha vencido –Pensó Eis-. Miles de cosas ilógicas pasaban por su mente hasta al fin que cayó.
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