Pero la lluvia viene y el fuego cesa; el fruto de Otoño
Pasa a arder en sus entrañas.
Revoloteantes palomas córvidas dejan caer al sol.
Esa noche, el deplorar de un suspiro, le abruma una vez más.
Ella solo sueña con mirar el horizonte...

Bajo la lombraguez se sienta en el abismo del pesar
Sin un derrotero que le incruste el impetú para navegar sobre el octavo océano..
Su luz la cega, y vuela su temeraria vehemencia.
La celestial neblina hoy no ansía llorar sus abatidos temores.
Mezquina, se mofa de tan dislate deseo.

¿Qué se escabuye detrás de tan aclamado confín?
Aún cuestiona, con delicado desdén ante la obstinación de su cónyugue, neblina.
¿Qué habita en las paredes del infinito suspiro?
Aun duda del fin que vidente no ha sido capaz de contemplar;
¿O será que aquél confín es no más que incensante?


El alba anuncia su arribo
Y ella parte con su congoja y desdicha a dormir.
Ilusorios serán sus deseos y amargados serán sus mudos cantos,
Mas, aún anhela, en lúgumbre silencio, aquella barrera que corte la inmensidad.
Ella solo sueña mirar el horizonte...