Nació como rata entre los escombros, el lixiviado y las alcantarillas, aunque su alma era de un poeta. Quería conquistar la luna para complacer sus dos naturalezas, la de rata, pensado que la luna era de queso y la poeta.
Soñaba en un paraíso donde su mundo fuera su alimento, se la imaginaba del tamaño real, sabía que la distancia la mostraba mucho más pequeña, pero estaba consciente que para llegar a ella necesitaba alas muy fuertes y poderosas y volar con mucha velocidad.
Las otras ratas se burlaban de él constantemente, lo consideraban un loco, “una rata poeta, ja ja ja”, no cabía en la comunidad de ratas, donde cada integrante tenía que moverse rápidamente en un bajo mundo para buscar que comer, era un lugar donde no se podía perder un segundo en pensar como accionar, solo había tiempo para ejecutar al instante, era una vida agitada, una vida la cual no compartía el poeta, quien veía caer horas muertas mientras hacia cálculos para llegar a la luna y adueñarse de todo un mundo repleto de queso, no era egoísta, ni rencoroso, pensaba compartir todo su queso con las hambrientas ratas, no simplemente por su bondad la cual llevaba siempre en su mochila, sino por su amplio conocimiento de que él solo era incapaz de comerse todo un mundo repleto de queso, por mucha hambre que tuviera y por mucho tiempo que viviera.
Un día el poeta comprendió que lo primero que tenía que gestionar era sus fuertes alas, sin las cuales era imposible lograr su sueño.
Al ver detenidamente uno de sus compañeros, se dio cuenta de de dos cosas; una que era imposible lograr su sueño en ese bajo mundo, y que su sexo era femenino, cosa que nunca había pensado, entonces descubrió que no era poeta sino poetisa.
Decidió apartarse de la comunidad de ratas y de aquel bajo mundo donde siempre había vivido, no porque se sentía superior sino para lograr sus propósitos y buscó una caverna muy oscura y fría, para allí hacer ejercicio de meditación hasta que le salieran alas. Estaba convencida que sus alas saldrían si se internaba en lo más profundo de la caverna, sosteniéndose en el techo por las patas y permaneciendo con el cuerpo suspendido en el aire hasta que emergieran las alas por acción milagrosa.
Pasaron muchos días, no comía, no bebía, no dormía, solo soñaba en tener sus alas y volar a su nuevo mundo.
En un momento salió del letargo y sus patas se soltaron del frío techo y salió volando de aquel oscuro lugar, pero no estaba solo eran cientos o quizás miles sus compañeros que gritaban con chillidos la victoria de sus nuevas naturalezas, él se sentía totalmente diferente, estaba como en un éxtasis, volaba sin visión, se dirigía por el olfato y por las ondas sonoras, su cuerpo parecía ser otro, era como una pluma, pero con fuerzas de un proyectil, era increíble.
Sus compañeros que salieron volando de la caverna se conformaron con volar a poca altura, mientras la poetisa se elevaba cielo abierto, buscando cada vez más altura, dejando atrás su sueño y haciéndolo realidad, aplicando cada vez más velocidad, sin ver su horizonte, sin ver su nuevo mundo repleto de queso, pero sabia que llevaba la dirección correcta, su olfato lo aseguraba, su radar que el indicaba algún objeto le confirmaba que volaba libre, sin obstáculo y siempre con más velocidad, se había librado de la fuerza de gravedad, no había fuerza que la sostuviera al bajo mundo, no había nada que le impidiera volar y hacer sueño realidad.
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