El bostezo de mi boca, agotada de pedir, de besar, de susurrar murió sobre el placer maduro de tus labios apremiantes pero tibios.
Mis imperfectos, mis sentidos, revoluciones e inexperiencias. Mi piel, labios, mi cuerpo todo entregado, expectante y trémulo ha guardado tus caricias en soles guindas dentro de este vientre mío.

Me desabrocho la blusa y miro.
Recorro esta habitación con olores tuyos guardados entre mis suspiros.
Se que te fuiste.
Volverá la historia de amor a destejerse. Las cosas maduran, los tiempos cambian.
Otros escenarios lejos de aquí, envolverán tu cabeza, bosquejarán tu cuerpo otras mujeres, y yo me quedaré aquí.
En esta habitación fría, vestida solo con un pulover usado y destejido, tratando de entender la vida; conservando solo las huellas de tu cuerpo sobre el cuerpo mío.

Me puedes y lo sabes.
Aprendí tantas cosas contigo. Maduré partes bonitas.
Me puedes amor mío.
Cuando miras y cuando dejas de mirarme.
Cuando pides de mí o regalas.
En mis errores y mis calmas.
Cuando dejo que me ames y susurres palabras de amor con tu lengua en mi oído.
Y continúo amándote cuando no susurras ni acaricias, pues de mi lado te haz ido.
Me puedes y lo sabes.
Y si no me dejaras amarte, si me rechazaras, te amaría lo mismo.
Por eso hoy que no estás, mi cuerpo dice que me haz podido.
Hay seres que nacen para amarse.
Y para amarte a ti yo he nacido.