TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / mariasol / Velorio

[C:92906]

Todos sabíamos que el abuelo ya estaba en edad de dejarnos, que cualquier día su frágil cuerpo dejaría de funcionar y su corazón de latir.

Tal vez por eso, porque teníamos tanta conciencia de que el inevitable hecho sucedería más temprano que tarde, ese día no fue una sorpresa.

Tan sólo el llanto de mamá al encontrarlo muerto en su cama cuando le llevaba el desayuno, y luego la pena contenida de todos los miembros de la casa.

Quien nunca se contuvo fue Doggie. Ladró mucho esa mañana y aulló como un lobo. Sólo los perros sienten el dolor profundo de perder al ser amado.

Recuerdo que sentí un pocode miedo al tener que ver al abuelo muerto. Nunca había visto un cadáver de cerca ni menos un ser querido.

Entré a su dormitorio a hurtadillas, con temor de que despertara de su falsa siesta. Me acerqué lentamente y lo ví muy blanco. Sólo eso. Muy blanco y frío. Así lo sentí al besarle la frente que me heló los labios.

Luego lo miré de arriba a bajo. Mamá y papá ya lo habían vestido con su mejor traje. Un terno usado ya, pero que el abuelo tenía en gran estima y lo usaba para ir a matrimonios y a la Misa del Gallo en Navidad.

Luego de inspeccionar todo su cuerpo inerte, volví a mirar su rostro. Tenía la cara contenta y eso me alivió. Me hizo pensar que murió sin sufrir dolores, en el sueño, la muerte que todos ansiamos tener.

Reparé en sus ojos y me acerqué más. Estaban casi cerrados, entreabiertos y se divisaba ese color azul desteñido de su mirada de 85 años. Entonces ocurrió: el abuelo me guiñó un ojo.

No le conté a nadie. Nunca lo voy a decir.

Pasé toda esa larga noche pensando en el cuerpo del abuelo, que lo estaban velando justo abajo de mi dormitorio. No sentía miedo. Sentía una curiosidad tremenda. Estuve a punto de levantarme para ir a mirarlo en su ataúd, para comprobar como estaban sus ojos. Pero no lo hice.

Amaneció más rápido. Sentí que el sol se apuró, que el día quería andar presuroso y sepultar luego a Galvarino Montes.

Entonces desperté, me dí un baño de tina medio fría y me vestí de colores. No usé luto a pesar de los reproches de la familia.

Comenzó a llegar la gente, las viejas lloronas, los amigos del abuelo que apenas se sostenían en los bastones y hablaban de que ya se irían con él, que "la pelada" andaba rondando.

El olor a flores en la pequeña habitación me tenía a punto de vomitar.

Por fin llegó el cura. Comenzó el funeral en todo su esplendor, y cesaron los rosarios y llantos interminables de las viejas.

"El Señor es mi Pastor, nada me habrá de faltar...en verdes prados...." comenzó el cura el rito funerario con el Salmo 23.

Padres Nuestros varios y unas cuantas Avemarías. Una reseña sobre don Galvarino que "ya descansaba junto al Padre" y unos golpes en el ataúd que interrumpieron todo.

Nadie habló. Nadie gritó. Sólo el silencio del miedo que todos sentían. Todos menos yo.

Más golpes desde dentro del ataúd y mi padre fue el primero, el único valiente que se asomó a mirar. Abrió el cajón con la ayuda de dos tíos sólo para comprobar que el cuerpo del abuelo seguía inerte.

Mamá fue la primera en empezar a gritar y entonces las viejas también empezaron a gritar y a llorar. Mi hermana mayor corrió hasta la casa del doctor y no se cómo, pero volvió con él del brazo a la velocidad de un rayo.

Esto realmente parecía un circo y me dio risa. Me tapé la boca para que nadie se diera cuenta.

El médico exámino al abuelo con el estetoscopio y le dió unas palmadas en los brazos y en las piernas. Nada. El abuelo estaba muerto, tan muerto como Moisés o Napoléon.

Cerraron entonces el cajón y el cura empezó a rezar rápido para terminar con este trance absurdo. Las viejas rezaban más alto y mamá no cesaba de llorar.

Yo no podía acompañar al grupo al cementerio porque me encargaron cuidar de la casa. Así que cuando terminó todo fuí la única valiente que se acercó al ataúd del abuelo.

Ahí estaba su cara. Miré sus ojos, como esperando un último guiño. Pero esta vez fue más bromista. Sonrió ampliamente mostrándome por última vez su conservada dentadura.

Texto agregado el 16-03-2005, y leído por 624 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
20-08-2005 Retratas muy bien la visión de un niño frente a la muerte, su falta de miedo y a la vez, ternura, frente a ella. Mis ***** Isamar
16-03-2005 Que hermoso cuento! hablas de la muerte como un juego, y tu abuelo es el mejor jugador. Un cuento que hace alegre la muerte. Mis estrellas para esa sonrisa final. Magda gmmagdalena
16-03-2005 Me gustó mucho tu cuento sobre los guiños de tu abuelo. Excelente. el_rey
16-03-2005 Qué magnífico guiño a la muerte. Un cuento así es para sentirse muy orgulloso. Te dejo 5 estrellas y si me permites voy a ver si el abuelo me dedica una mueca a mí también. ¡Fantástico! jau
16-03-2005 La palabra que mejor define a tu cuento es: IMPACTANTE. Sabes qué es lo mejor? que, contrario a lo que se debería, no le teme uno al abuelo. Estrellas. Calamitatum
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]