1.
Después de la muerte de Soleil cambió todo. Quedamos una vez más, tras dos semanas, y lo único de lo que se habló fue de ella. Todas las conversaciones acababan en Soleil. En nuestras caras estaba Soleil dibujada. Después las tareas nos quitaron el tiempo, para no tener que volver a repetir aquella situación tan vergonzosa. Pero desde el principio, alguien que siempre ha faltado es Leo. Hay gente que necesita consuelo, pero yo no. Yo soy más fuerte que Leo. Aunque de todas formas, ella pasaba bastante de mí. Lo único que tengo de Soleil, es un sol pintado en uno de los separadores de mi carpeta. Leo había estado saliendo una temporada con ella, pero él siempre hacía que acabaran discutiendo. Sin embargo conmigo, Soleil siempre se reía. No hablábamos mucho, pero nos entendíamos.
Después de la muerte de Soleil empezaron a llegarme imágenes, una tras otra. Y entre ellas, estaba la de la primera vez que entró en clase. La vi aparecer y me quedé alucinado, mirándola. Supongo que habrá gente que piensa que me paso el día aquí, encerrando en casa llorando, pero se equivocan, simplemente cuido del recuerdo de Soleil. Nuestros besos en el rellano de la escalera, verla aparecer caminando por la calle, echarle de broma una bronca por llegar tarde, y ella pedirme perdón con su mirada tierna. Pero hay imágenes que haría de forma diferente ahora, como por ejemplo, dejarla en casa e irme de nuevo de marcha con los colegas, y enrollarme quizá con otra tía. O haber borrado los miles de mensajes que me mandaba al móvil aún después de haberlo dejado, aunque sólo fueran chorradas.
Después de la muerte de Soleil no sólo se ha separado la pandilla de las tías, sino también la nuestra propia, la de los tíos. Leo está desaparecido en combate, en plan vena trascendental, y salir con los demás es sólo arrastrar los pies sin que a nadie se le ocurra donde coño ir. Siempre acabamos discutiendo a quien le toca decidir el sitio. Que putada que haya pasado esto justo ahora que Leo volvía a ser como siempre, y acabábamos de marcha todas las noches. Las tías son lo peor. Soleil le comía el tarro todo el tiempo y sus colegas eran un auténtico coñazo.
Después de la muerte de Soleil nos hemos tatuado Patri, Javi y yo un sol. Yo en la cara de la muñeca. No vamos a olvidarla nunca. Aunque al principio no me cayera muy bien, después Soleil y yo nos hicimos muy buenas amigas. A mí me encantaban sus ideas convincentes con las que conseguíamos pasar a cualquier parte, o sus planes sobre que hacer a la hora de la comida. Era genial. Incluso cuando empecé a salir con Leo, después de que él lo dejara con ella claro, no cambió en absoluto conmigo. Siempre fue igual. A Leo le escribía algunos mensajes raros, pero conmigo bien, ningún problema, todo lo contrario. Va a ser difícil seguir adelante sin ella, pero bueno. Para no olvidarla, Patri, Javi y yo nos hemos tatuado un sol. Un solete, con era ella.
Después de la muerte de Soleil he buscado lo más antiguo que pudiera tener de ella y he encontrado el lápiz que me prestó al poco de sentarse delante mío en clase. No sé porqué lo guardé en un cajón. Algo tan tonto. Pero después, cada vez que lo abría, removiendo, tropezaba con el lápiz de Soleil y me sonreía. Este año es el año más lleno de mi vida, pero también el más vacío. Al final, buscando el lápiz, fui encontrándome con cada notita de clase, o con cada mechero gastado, e incluso con un peine, y lo he metido todo en una caja. Todo lo de ella. Y ahora no sé que hacer con la caja porque en realidad lo que me gustaría es que todas estas cosas estuvieran en su sitio. Me tatué un sol en la cintura. Al final sólo fuimos Marta, Javi y yo. Ellos dicen que no les dolió, pero yo sentí como si me tatuara en el alma.
Después de la muerte de Soleil el grupo ha dejado de interesarme. Antes nos reíamos todo el tiempo, pero ahora ha desaparecido algo importante, y eso que ella no siempre estaba. Me tatué un sol en el gemelo y de vez en cuando le hablo. No es que vaya a escucharme como hacía Soleil, pero es algo que tiene mucho que ver con ella. Leo está missing, y Luis y el Gordo están a su bola, más pesados que nunca. A veces me hacen una perdida y el corazón me da la vuelta. Sin poder hablar con ella ahora, estoy como en una caja. Esta gente es un coñazo. No sé, son etapas. Han llegado cambios y esta vez son jodidos.
2.
Lo detallista que era. Siempre estaba atenta a los demás. Además, siempre tenía de todo, lo más insospechado; un abrebotellas, o el último cigarrillo de toda la fiesta. Y Soleil te cuidaba. Te compraba algo que le había recordado a ti sin venir a cuento, o te escribía un mail para quedar ese mismo fin de semana.
El interior. Era un interior que se mostraba en todas las cosas que contaba. Y aunque pasaban desapercibidas casi siempre, luego tenían su completo significado. Soleil tenía historias que entretenían a la gente, pero entre sus palabras había mucho más significado. Era cuestión de conocerla, aunque a veces no era nada fácil.
Su mirada. Soleil te miraba y era como si mirara dentro de ti. La verdad es que de todo el grupo, ella era la que mejor me conocía, me pillaba todos los chistes y se fijaba siempre en mi ánimo. Me decía "hoy estás triste, ¿que te pasa?". Y siempre acertaba. Pero ella siempre de buen rollo.
Su temperamento. Que eso es algo que no conoce nadie. Cuando se enfadaba Soleil era la caña, ya te podías poner a salvo, que como te pillase te cortaba el cuello. Y también cuando se concentraba en algo, con cara seria y como si hubiera desaparecido el mundo, o cuando se le metía una cosa en la cabeza y hasta que no lo conseguía no dejaba de buscar caminos.
No se, lo buena que estaba. Supongo que hay gente compatible y gente que no lo es. Hay de todo. Soleil y yo nos llevábamos bien, pero cada uno en su estilo. Era una convivencia amistosa, aunque siempre que salíamos con ella era bastante más aburrido. Molaba cuando se reía, pero cuando se ponía en plan trascendental, era un coñazo.
Su forma de escuchar. Estaba ahí, y aunque a veces parecía que se había marchado, te hacía justo la pregunta que daba luz a tu razonamiento. Yo le contaba todo, hablábamos muchísimo, aunque nadie sabía lo cerca que estábamos. Podíamos pasar más de dos horas al teléfono sin parar de hablar.
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