TUS OJOS
Viajaba por la carretera desde Santiago con rumbo al Sur de Chile, con la mente perdida, ... los ojos perdidos y el corazón apretado.
Puse el limpiaparabrisas del vehículo al máximo para maniobrar mejor bajo esa persistente lluvia, pero era tanta el agua que no podía ver nada, y tomé la decisión de entrar a una cafetería que estaba poco más adelante.
Empezaba el invierno y un aguacero descomunal se venía encima.
Hice el trayecto del estacionamiento a la cafetería en pocos segundos, los suficientes para quedar empapado,...
y allí me senté, buscándote en las nubes, y en el sol que se abría paso por entre un claro.
El olor a tierra mojada inundaba todo el ambiente, mientras se oía el sonido de los camiones que circulaban con sus luces encendidas a esa hora de la tarde.
La cafetería era una casa relativamente antigua pintada de color blanco con grandes ventanales y un letrero de neón que decía "El Cielo".
Adentro había una agradable temperatura, las llamas provenían de una enorme chimenea ubicada justo al centro del local.
La música salía de un Würlitzer ubicado a un rincón del local,
si no hubiese visto lo que vi, jamás recordaría el tema que sonaba de fondo, "Pequeña y Frágil" de Wilkins.
Me acerqué a la chimenea buscando un poco de calor, ... mi ropa estilaba por todos lados.
¡Hola! ... Dijo una voz muy delicada que venía de una mujer joven.
Tome, acá le traje una toalla para que se seque un poco.
No les diré el color de la toalla porque la verdad es que no la vi, pero si les puedo contar del bello color de sus ojos, eran de un tono verdoso rodeados de una aureola levemente café, ... grandes, ... intensos y sus labios muy proporcionados a su carita de niña, ... su cabello ... como el trigo, ondulado y hermoso.
¡Gracias! ....
Hice una pausa donde esperaba colocar su nombre, ... pausa que ella entendió diciendo Anna.
Durante uno o más minutos, sólo me dediqué a repetir el sonido de su voz y a mirar esos bellos ojos,... ella como adivinando lo que hacía, se dejó observar, se dejó querer con la mirada.
¿Quiere un café para que se le quite el frío?,
... por favor y gracias fueron mis turbadas palabras.
Ya con mi ropa un poco más seca me senté en la barra del bar para estar mas cerca de ella, podía verla como se desplazaba de un lugar a otro.
Una vez servido mi café se acercó para colocarlo frente mío.
Conversamos muy animadamente durante horas,
¡¡¡tomé tanto café!!! ... creo que nunca antes lo había hecho en mi vida,
hablamos demasiadas cosas hasta que no pudimos evitar llegar al plano de los temas personales.
La tarde se hizo noche, bien de noche, cuando miré al mentiroso reloj, éste ya marcaba las 23:58 hrs.
Mi turno termina y debo ir a casa - dijo ella-
espero que no le moleste que lo deje,
y se marchó por atrás del mesón.
Cuando ella salía del local le pregunté dónde podía encontrar un lugar para dormir, me llevó hasta afuera y me indicó un letrero de neón que se veía como a tres cuadras de allí.
La lluvia ya había parado, fui hasta el automóvil y busqué la salida, se me había olvidado que ese era el motivo del viaje, buscar una salida.
¡¡ ¿Quiere que la lleve?!! - Le dije cuando ya llegaba a la calle -, detuve el vehículo y le abrí la puerta.
Subió y me dijo que una buena opción era que siguiéramos con nuestra conversación bebiendo unas copas.
Al subir no pude esquivar la mirada,
Sus piernas se me colaron en la retina justo cuando al subir al auto me dejó ver lo mas terso de su piel y el grosor de sus muslos. Me imaginé como se vería su vestido tendido sobre una suave cama.
Comenzó a recoger su cabellera larga y ondulada, el reflejo de los neones hacían que el brillo de su color castaño reflejara la luminosidad de su belleza juvenil.
Me miró con esa dulce cara angelical, con le fuego de su sensualidad de mujer y con su mirada me dijo -
Vamos al pueblo ahí hay un bar bueno que conozco, es sencillo pero muy acogedor.
Encendí el auto y arranqué lo mas rápido posible, quería deleitarme en sus labios, oír la interesante conversación que habíamos iniciado, ... sentir su aliento cerca de mi rostro, embriagarme de su voz dulce, ver los movimientos de sus labios, ver su sonrisa pequeña, y de verla a ella como mujer, como hembra.
Al fin podemos conversar más tranquilos, me dijo con una sonrisa hermosamente cómplice.
La noche pasó sin que nos diéramos cuenta, mientras que poco a poco nuestros asientos se fueron acercando hasta quedar muy juntos.
Las copas ya estaban vacías, y solo nos quedaba el intercambio de miradas incitantes, perdidas en los ojos del otro,
Lo único que quería era besarla, y podía intuir por su mirada que ella quería lo mismo.
No se por qué fue que le pregunté si quería que la llevara hasta su casa, era tarde y podría pasarle algo, pero no deseaba dejarla por un solo minuto.
- Sí, por favor- me dijo.
Subimos al auto y al cabo de media hora estábamos en el living de su casa besándonos desenfrenadamente.
¡Que dulces eran sus labios!, ¡que suave sus caricias!,
La pasión que salía de cada uno de sus besos y de cada una de sus caricias eran como miles de mariposas encerradas, tratando de huir y de abarcarlo todo.
Tanto amor guardado y tanta pasión reservada sólo me indicaban que en su vida solamente había tenido sexo, pero ahora ella emanaba como lava de un volcán que había dormido por mucho tiempo.
Comencé a sentir sus quejidos, los que aprobaban cada una de mis caricias,...
me detuve en sus pechos juveniles, pude sentir la erección de sus pezones, mientras quitaba su blusa, roja como sus labios inyectados de besos, y ajustada como mi mano sobre su cuerpo.
Te veías muy bien con esa blusa, pero la verdad es que te ves mucho mejor sin ella.
Fue ahí, en ese momento en que dejó ver el pequeño brazier blanco transparente, a través del que se notaba el rosado de sus pechos.
Ella me besaba en el cuello, como sabiendo que ese es uno de mis lugares preferidos para ser besado, tanto que yo no podía resistirme a ella, ... me debilitaba ..., quería ser poseído por ella, quería ser amado por ella.
Ya todo era inevitable, hacia rato me había quedado atrapado por su mirada, y en estos momentos estaba siendo atrapado por sus brazos, su aroma, su piel.
Nos sentamos frente a frente sobre la alfombra de la habitación, besándonos con esos besos que ambos teníamos reservados para esa persona especial que sabíamos llegaría.
Lenta y muy apasionadamente nos fuimos desprendiendo de nuestra ropa, para quedarnos completamente desnudos sobre la alfombra.
Recorrí con mis labios su cuello, mientras mis manos dibujaban su silueta como el agua de la ducha. Besé sus labios mientras le susurraba con mis dedos un poema que le quemaba en la humedad de su sexo.
Sus manos habían encontrado el apéndice de mi virilidad y jugaba con el como si su mano fuera su sexo. Besé sus pechos como nunca había besado, y sentía que su cuerpo me marcaba el camino que deseaba yo recorriera.
Estuvimos así un tiempo que no puedo determinar, intentando bebernos el sexo del otro al mismo tiempo, sin vernos las caras, pero sintiendo el alto nivel de excitación que nos estaba desgarrando la piel.
Mientras yo estaba tendido de espaldas, ella se levantó, girando su cuerpo y puso sus piernas una a cada lado de mis caderas, ... hizo una pausa, y mirándome a los ojos comenzó a hacerme el amor, mientras su cuerpo se apoderaba de mi sexo me miraba a los ojos jugando con su cabellera y acariciando uno de sus pechos.
¿Te gusta? dijo con un tono de voz entre excitado y tierno.
Mis manos volaron a sus pechos, y las suyas, apoyadas sobre mis rodillas servían para que sintiera como ella se iba apoderando lentamente de mi corazón y de mi cuerpo. Podía ver como mi cuerpo entraba y salía al ritmo que ella marcaba, y eso me gustaba, tanto como a ella.
De pronto su danza se hizo frenética, incontrolable y muy agitada, su cuerpo bailaba sobre el mío buscando un orgasmo, el que llegó con un profundo quejido que salió de su boca como si dejara escapar su alma en ese espacio de Nirvana donde flotaban todos sus sentidos.
Luego se quedó sobre mi pecho, recostada, jadeante, llorando... murmurando algunas palabras que sólo ella sabe... y así se durmió.
Yo me quedé jugando con sus cabellos, deslizando mis dedos sobre su espalda, murmurándole al oído cosas que espero poder repetírselas la próxima vez.
Habíamos hecho el amor de forma sencillamente especial. Ella era especial, así lo creí cuando la vi, y así lo sigo creyendo ahora.
Espero puedas leer esto que te he escrito, porque lo hice para ti, pensando en que si es posible y si así lo deseas, me brindes la posibilidad de dibujar corazones sobre tu espalda dormida en mi pecho.
(ESCRITO POR ANNA O Y FELIPEPAULSEN) |