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Hoy te conozco, mañana no lo haré. Nuestros destinos nos unes tan solo una vez en nuestras vidas, para darnos una pequeña muestra de lo que pudo haber sido un gran amor.
Hoy conocí por primera vez tus ojos grises. Cuales mostraban la verdad más allá de los pensamientos. Hoy conocí tu suave cabello aterciopelado. Que pasaban entre mis dedos como las finas brisas del mar oscuro. Tu corazón lo veía todo, pero en ese momento aquellos ojos tan solo me miraban a mi. Esos ojos de pura verdad atravesaban mi cuerpo y alma, desnudando mi propia verdad ante sus claros cristales. Tus manos me acariciaron tan sólo una vez, pero esa vez fui como si te hubiera tenido entre mis brazos toda una vida.
En tan solo un día tu me descubriste entera. Aquel ser que no había sido observado ni juzgado por nadie más en este mundo. Descubriste mis virtudes y mis defectos en tan solo un instante. Conociste mi pasado en tan sólo un minuto, estuviste en mi presente tan solo unas horas, pero estarás en mi futuro toda la eternidad.
Me tuviste entre tus brazos tan solo un día. Me entregue en alma y cuerpo para que conocieras mi verdadero ser, y luego te marchaste. Te marchaste sin dejar rastro de que alguna vez hubieras estado junto a mi. Nadie recuerda haberte visto, tan solo el claro cielo y la brisa del atardecer se acuerdan. Aunque los ojos de la gente no te hallan visto jamás, yo se que esto no fue un sueño, porque aun mis manos sienten tu cuerpo. Mi piel aun tiene ese tibio aroma a primavera.
El día se alejo como una mariposa lo hace al volar, y tu
estadía quedo tan solo como un nublado recuerdo dentro de mi mente. La diferencia con este recuerdo es que cada vez que veo el sol esconderse bajo los montes del poniente, veo a aquella mariposa que se aleja, se aleja dejando atrás toda una vida, para seguir con su nuevo destino. Deja atrás recuerdos, sentimientos e ideas, sin importarle aquellos que aun la necesitan ahí.
Sí, hablo de ti. Tú que te alejaste como lo hace el sol al atardecer, dejando atrás solo un vago recuerdo de tu estancia. Aquel sentimiento de abandono me dejo vacía por tan solo unos minutos, luego la oscuridad reinó sobre mi reino.
El sol saldrá de nuevo y sus rayos de luz entraran a mi habitación por mi ventana, pero aquella brillante luz que iluminó mi rostro en los comienzos de este día no volverá a ser la misma de siempre. Al igual que cuando el día nace, en su mañana resplandeciente yo estuve feliz, al atardecer mi felicidad se acortaba, y ya al anochecer la oscuridad tomo control de la situación, dejándome triste y sola, ante la espera de un nuevo día, de un nuevo renacer donde quizás la felicidad reviva ante la presencia de un nuevo amor.




Texto agregado el 05-08-2003, y leído por 279 visitantes. (2 votos)


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