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Queridos lectores: Este pequeño entretenimiento que viene a continuación no es en ningún momento respetuoso o aceptable socialmente. Existe un adjetivo para llamarlo, pero es probable que nuestras lectoras ya lo sepan, así que no habré de mencionarlo. Incluso muchos de mis habituales lectores, cuya paciencia aprecio lo suficiente, tendrán que admitir que la temática de esta narración es en el mejor de los casos, superficial e insultante, pero en muchas ocasiones, yo también lo soy. Gracias por su atención, disfruten el cuento.


Lo triste de las citas a ciegas es que no importando qué tan bajas sean nuestras expectativas, el destino se encarga de dejarlas insatisfechas más allá de lo que nuestra imaginación lo creía posible.

No es que no haya estado preparado, porque lo estuve en cuanto la amiga que insistió en la realización de la cita usó palabras como "amable", "buena conversadora" e "interesante" para describir a la persona en cuestión. Pero lo que estaba frente a mí en la mesa, no podía llamarse simplemente "interesante".

Lo digo porque cuando ves un choque de vehículos en una autopista no dices "interesante", y ella atraía la mirada al igual que un accidente de tránsito, es decir, su descripción física estaba en el mismo campo descriptivo que la fascinación que produce ese tipo de sucesos, insisto, su fealdad era tal que no podías quitarle los ojos de encima, porque era increíble que existiera algo así en la realidad.

Llegó unos diez minutos tarde, lo cual muestra que esta mujer es inteligente, porque seguramente al verla en la mesa antes de llegar, habría regresado por donde vine. Se sentó frente a mí y un grito de terror fue pronunciado al interior de mi mente al verla, mientras mantenía lo más parecido a una expresión relajada en mi rostro.

Mientras luchaba con todas mis fuerzas contra mirarla fijamente, iniciamos una conversación que debo admitir, era de las mejores conversaciones que he llevado a cabo con persona alguna en el mundo; debo aclarar que semejante logro no requería tanto esfuerzo, considerando que los temas usuales de conversación con el sexo opuesto son en un noventa y cinco por ciento de los casos, poco más que su ropa, su vida íntima (que como tema de conversación puede llegar a ser un tanto desagradable y pedir de nosotros el máximo de nuestra hipocresía), su carrera y sus complejos.

Durante unos minutos, que pasamos hablando de cosas que no son el tema de este cuento, logré con cierto éxito evitar concentrarme en su horripilancia, y tras observarla con detenimiento, llegué a considerar que era posible que tuviera dos hermosos perfiles, uno por cada lado de su rostro, cuyo defecto era no combinar entre sí. Tras cierto tiempo, un par de frases maravillosamente construidas y la mención de autores como Yasunari Kawabata y Graham Greene, una parte de mí comenzó a considerar, no sin resistencia, las posibilidades de un encuentro de tipo sexual de algún tipo.

Mi imaginación, en contra de todo lo que dictaba mi sentido común, recorría muchos pliegues de carne en busca de puntos erógenos que podían no estar donde lo dictaba la anatomía tradicional. Mi cuerpo se preparaba para lo que parecía inevitable con la ingestión de más alcohol.

Una vez me deshice del sentido común, la verguenza, el orgullo, unas catorce mil neuronas que oponían resistencia y mi sentido de la vista, ese rostro que seguramente asustó a más de una docena de niños incluso con su mención, esa silueta que debía hacer que arrojaras tu billetera y tu reloj al reconocerla en un callejón oscuro, se acercó a mí.

Me dijo: "Es hora de irme, tengo que ir a cuidar a mis hermanos esta noche".

Un suspiro de alivio mental me mostró que quedaban todavía algunas neuronas que se habrían opuesto a lo que parecía ser mi destino de esa noche. Mi rostro, en cambio, mostró su desilusión con su partida y de mi boca salió algo que debió sonar como "No te preocupes, seguiremos en otra ocasión". Ella sonrió (o al menos asumo que así debe lucir una sonrisa en esa cara en particular) y dejó su parte de la cuenta.

Su esperpentacularidad salió del café, seguida por la mirada de más de una persona aterrada ante los resultados de ciertas combinaciones de ADN que jamás creyeron posibles.

Diría que el horror acabó ahí, pero esta noche volveré a verla.

Texto agregado el 15-03-2005, y leído por 319 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
06-10-2005 Vaya. Yo en mi vida habia leido algunos textos que superaban los limites de lo mordaz, lo sarcastico y lo cinico, en esos climax que uno espera quew nunca terminen, pero este escrito se pasa. Me he reido a mares gracias a la visualizacion muy bien hecha de esos momentos que mas de uno de nosotros ha vivido gracias a eso que llaman "posmodernidad". Lo gracioso es que, contrario a lo que dice dyada, usted sí menciona, en términos no de sustantivo sino de adjetivo, lo innombrable. Akeronte
06-10-2005 Vaya. Yo en mi vida habia leido algunos textos que superaban los limites de lo mordaz, lo sarcastico y lo cinico, en esos climax que uno espera quew nunca terminen, pero este escrito se pasa. Me he reido a mares gracias a la visualizacion muy bien hecha de esos momentos que mas de uno de nosotros ha vivido gracias a eso que llaman "posmodernidad". Lo gracioso es que, contrario a lo que dice dyada, usted sí menciona, en términos no de sustantivo sino de adjetivo, lo innombrable. Akeronte
06-10-2005 Vaya. Yo en mi vida habia leido algunos textos que superaban los limites de lo mordaz, lo sarcastico y lo cinico, en esos climax que uno espera quew nunca terminen, pero este escrito se pasa. Me he reido a mares gracias a la visualizacion muy bien hecha de esos momentos que mas de uno de nosotros ha vivido gracias a eso que llaman "posmodernidad". Lo gracioso es que, contrario a lo que dice dyada, usted sí menciona, en términos no de sustantivo sino de adjetivo, lo innombrable. Akeronte
23-03-2005 Es bastante bueno, me gusta mucho la manera como juegas con el imaginario colectivo de lo que significa "feo" pues en ningun momento mencionaste como era. Tambien me hizo reir y eso me gusta mucho al leer cuentos. dyada
17-03-2005 Pues hombre, buena suerte en tu cita. Relatas muy bien esa historia. Estrellas por eso. Y acaso, sí, puede llegar a ser insultante. Saludos. Calamitatum
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