-Es ahí.
-¿dónde?
-Ahí, en la esquina.
-¿La de la luz?
-Si. Vamos. Dame dos pesos argentinos.
-Tengo veite patacones.
-Bueno, cambiale.
-Toma cambiale vos.
-Dame. Señor me da dos farmacos. Del de siempre.
-Siete, con diez centavos.
-Tome.
-No tenés justo.
-Haber, tome.
Caminarán en pos de un kiosco. Beberán el menjunje de ponsoña y buscaran el pool. Los espera un compañero más. Y tal vez alguna muchacha.
Repartido el banquete, se aseguran no superar las tres píldoras (futuro imposible). Superada la primer botella de alcohol y malta, deciden entrar.
No es impune el lugar, y sufren la discriminación en la puerta. Parán por comida y buscarán otro lugar donde les dejen morir, si es menester.
(dentro del lugar)
-¿que pedimos?
-Un vino bueno.
-Cantinero, con tres argentinos nos daría un buen vino.
-Voy a ver que puedo hacer.
Sin dudas le habian caído bien al hombre que gobernaba los tragos.
-tomén.
-vamos a sentarnos ahí.
(pasa largo tiempo)
-yo me voy arriba.

Eso es todo lo que recordaría, y como lo contaría si fuera que hacerlo.