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Miraba que el día estaba pasando, el sol ocultando por detrás de los edificios de concreto. Las paredes brillaban con ese resplandor anaranjado del atardecer. Ella abrió la ventana, quería mirar como los pájaros volaban pasando por su ventana, pero sólo uno pasó. Quería irse volando con él, sacó la mano y sintió el golpe del viento contra su mano. Quería romper la realidad que la había estado acechando, quería romper las cadenas que no la dejaban volar.

Anochecía, cerró la ventana y regresó a su mundo, pero el día a su fin llegó, ya era de noche, ya podía dormir, y soñar en el momento de paz y tranquilidad de su ciudad, ya podía viajas a su mundo y perderse en un sueño que pareciera eterno. Cerró los ojos y escuchó música, pero no había prendido ningún reproductor. Escuchó la música y vio luces, como pequeñas estrellas bailando ante sus ojos. Seguía escuchando la música, música hermosa, nunca antes escuchada por ella. Abrió los ojos y se encontraba en el campo, recostada en el pasto, podía ver como las hojas de los árboles jugaban con el viento. El sol le iluminaba la cara y sintió paz.

Resplandecía el sol y su calidez le hizo caminar por el bosque, jugando sus plantas de sus pies con el pasto cuando pasaba entre los árboles. Sintió como el viento recorría hasta las puntas de sus cabellos, y observó a los pájaros pasar, su canto a sus pequeñas crías entonar, que en lo alto de los árboles esperaban. Siguió caminando, hasta que percibió que la música había parado. Una brisa pasó por donde estaba, moviendo las hojas de los árboles. El pasto cambió de color, ya no tenía el verde vida intenso del principio, cuando despertó en su sueño, los pájaros ya no volaban, tampoco cantaban. El sol había sido ocultado por una nube, la calidez de unos momentos atrás estaba desapareciendo. Se tentó la cara y se dio cuenta que estaba helada, pero no sentía frío.

Creyó que una sombra pasaba por detrás de ella. Volteó rápidamente, pero solo vio árboles. Ahora sintió que pasó a su derecha, pero al voltear, de nuevo, solo vio árboles. Sintió miedo, había alguien más en su sueño que la estaba observando. Algo captó su atención, en el suelo había plantada, una rosa blanca. Se inclinó y la observó tranquilamente, con cuidado la tomó y la cortó. Parecía que la flor había sido dañada, porque al momento en que ella la tomó la flor se estremeció y al ser cortada su pureza blanca, y su brillo se opacaron. Del tallo recién cortado brotó una gota, que cayó al suelo. De la gota que tocó el suelo salieron tres nuevas rosas blancas, que brillaban con la misma intensidad que la primera antes de ser cortada.

Intrigada ella se dio cuenta que la sombra seguía mirándola, pero no encontraba a la persona que la veía. El miedo empezó a pasar, tenía el presentimiento de que la rosa la había plantado él para ella, para que no tuviera miedo de estar en el mismo sueño. Volvió a sentir la sombra detrás de ella, y como las veces anteriores, al voltear solo vio el movimiento de los árboles con la continua brisa del viento.

Ahora, en el suelo ahora había una piedra, de color rojizo que contrastaba con el verde del pasto. Se acercó y la tomó. La piedra poco a poco en su mano empezó a brillar, un resplandor crecía en su interior iluminando la cara de ella. El cielo empezó a oscurecerse, las nubes se estaban acumulando encima de donde se encontraba ella. La piedra seguía resplandeciendo, su intensidad iba en aumento conforme las nubes se seguían acumulando.

Empezaron a temblarle las manos, la piedra estaba vibrando, pequeños impulsos surgían cada que ella la apretaba más, pero si no la apretaba, la piedra se calmaba. Siguió observando, tentativamente pensó en soltarla, pero no pudo, quería saber que era esa piedra que traía en las manos. Del remolino de nubes que se había generado por encima de ella un rayo de luz pasó, que iluminó la piedra. De la piedra brotó más luz, como si fuese un espejo, como si la luz que entraba se reflejara dentro de la piedra. Un crack terminó con la extraña escena, la piedra, como si fuese polvo, se perdió en el aire, descubriendo el objeto que llevaba guardada en su interior.

El objeto que la piedra guardaba era un espejo, que en su reflejo ella ahora se veía. No sabía la razón de ese espejo, hasta que sintió la presencia de nuevo detrás de ella, pero no volteó. Sabía que si volteaba ella no vería nada. Tomó el espejo y observó en su reflejo a la persona que se encontraba detrás de ella, un joven, esperándola, ambos se quedaron mirando fijamente.

Ella notó que él se agachaba, y que algo hacía. Cuando volteó para ver que pasaba, se le olvidó que si no era por el espejo la imagen se esfumaría en el viento. Ella se dio cuenta cuando él ya no estaba, pero algo más le llamó la atención, las tres rosas que habían sido plantadas por la gota de la primera rosa se habían multiplicado, llegando ya a ser cientos. El panorama era un poco extraño, las rosas estaban agrupadas en rosales, los rosales contrarrestaban la hermosura de las flores, ya que sus espinas agregaban un tono agresivo al concierto. Sin embargo, su expresión, después de haber visto tal imagen, había sido casi nula, hasta que después de un corto rato, ella sonrió.

Al poco tiempo, de las nubes que se habían acumulado sobre ella, empezaron a caer gotas de lluvia. Estaba empezando a llover, pero ella no se mojaba, pareciera que traía un pequeño campo que no loe permitía mojarse. Las gotas que caían sobre las rosas aumentaron su brillo, generando una inmensa luz blanca. Pero, como la piedra, las rosas se empezaron a dispersar como si fueran polvo suelto en el aire, dejando un manto blanco en el lugar donde una vez se encontraron. Y dejó de llover. Ella se quedó sorprendida, no sabía lo que había pasado, pero el manto blanco que ahora brillaba era hermoso.

Volvió a sentir que él estaba detrás de ella, y ya estando a punto de observar su reflejo en el espejo, sintió como dos manos la empujaron, tirándola en el polvo blanco. El polvo blanco le entró en los ojos, pero no le ardían, al contrario, sintió un momento de paz, y empezó a ver colores de diferentes tonalidades.

Como si el manto blanco hubiera sido un pozo, sintió que caía por él, viendo esos maravillosos colores, hasta que cerró los ojos. Al abrirlos se encontró bajo la sombra de un árbol, en medio de un valle, rodeado por enormes montañas nevadas. El árbol imponía su presencia, en medio de los demás árboles que se veían bajando la elevación en donde se encontraba, como si el lugar en el que estaba fuera el del vigilante del valle. El panorama le causó inquietud, la cordillera que la rodeaba parecía el fin de su sueño, como si sintiera que pronto todo esto iba a terminar, y a él no lo iba a volver a mirar, mas aun todavía no era el momento de que el sueño llegara a su fin.

Una fuerte de viento jugó con ella y con sus cabellos, y con las hojas de los árboles, que al moverse desprendieron pétalos de flores del interior del árbol, como si éstas fuesen los secretos del árbol. Los pétalos se perdieron en el cielo, revoloteando con el viento. De pronto, sintió como algo golpeó el árbol fuertemente, y éste se tambaleó, empezando a caer los pétalos de flores que el árbol escondía.

Al voltear lo vio a él, él que irrumpió en su sueño y que le hizo ver cosas brillantes y hermosas, cosas que ella no se habría podido imaginar en su sueño. Los pétalos seguían cayendo entre los dos, como si fueran tonos de colores que agregaban un toque romántico a la escena, un sentimiento de amor. Pero sólo se veían, no decían nada, en los sueños no se podía decir nada, solo se podían imaginar cosas, y él le había dado a ella mil palabras disfrazadas en hermosas imágenes. Sólo se miraban fijamente a los ojos, ella sintió que los pétalos caían más lentamente, que el tiempo se estaba deteniendo. Él le había dicho todo, y no le había dicho nada, era el sentimiento de que ya sus sueños sin ella no serían los mismos, porque él si sabía que el sueño estaba terminando. Él también veía que los pétalos caían más lentamente, estaba perdido en la mirada de ella, no podía hacer nada, ambos se quedaron quietos por más tiempo. Ella sabía lo que él sentía, porque ella sentía lo mismo.

Los pétalos dejaron de caer, habían cubierto el verde césped que ellos pisaban con hermosos pétalos multicolores. Él rompió el silencio y se acercó para tomarle las manos, pero el sueño ahora si había llegado a su fin, ella observó como él se alejaba cada vez más, o que era ella la que se alejaba de él. Como las montañas cubiertas de nieve se desvanecieron, que los pétalos de flores se elevaron y formaron un remolino de colores. Y ella fue atraída por ese remolino de colores, y al entrar al remolino un sonido intermitente escuchó. Era la alarma de su despertador, el sueño había pasado, el momento de regresar a la realidad había llegado, su sueño de amor a su fin había llegado. No quería escuchar ese sonido intermitente que le decía que era hora de regresar a la vida ordinaria, pero era inevitable, el sueño había pasado, la realidad la había golpeado.

Él despertó en ese mismo momento, sentía lo mismo que ella acerca de la realidad, quería regresar a la sombra del árbol donde pétalos de flores caían, donde los pájaros se preguntarían, quienes son esos dos que se ven y que no se juntan, que se quieren y nada mas se miran. En las noches ambos se buscan, ambos se sueñan, pero no se encuentran.

Texto agregado el 14-03-2005, y leído por 292 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
14-03-2005 Iluminati. Gracias por iluminarme ciertas oscuridades de mi corazón. Tus escritos me dan sentidos nuevos. Mujerdejade
 
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