TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / nalejlord / Laya

[C:92557]

LAYA

La gente creía que yo iba a saltar. No tenían idea de lo borracho que andaba. Se podía percibir el miedo en sus rostros cargados de eléctricas miradas. Yo solo jugaba. Me paseaba por los cables de alta tensión como un mono recién escapado del zoo. El tumulto comenzó a crecer alrededor de mi show. Las risas de Antoine se oían perfectamente desde mi altura: veía pagada excelentemente bien nuestra apuesta, y gozaba con ello. Desde arriba podían verse los techos de las viviendas, por lo menos, a unas seis cuadras a la redonda, era extraña aquella vista. Comencé a ver los techos y sus particularidades. Había algunos realmente sucios, otros no. Pronto divisé mi propio techo, y no estaba tan mal, quiero decir que no tenía ningún gato muerto reseco o alguna cosa demasiado grande sobre él. No obstante, había una cajita del porte de una mano, celeste, casi llegando al borde ondulado del mismo ¿Qué era eso?... mi mente ebria apenas gozaba de razón. Fue un esfuerzo considerable. Empecé a pensar en la cajita, qué era, demonios, qué era… me dieron ganas de fumar… la cajita, fumar.

- ¡Claro, es una cajetilla de cigarrillos! –Grité. Decidí bajar a fumar.

Mi descenso fue, más o menos, fácil. La gente me gritaba cosas que no alcanzaba a interpretar, cosas que venían a demostrar gran interés en que yo no me viera hecho pebre en el piso. Antoine grito por ultima vez: “¡Oye tú, poetastro, estamos esperando que saltes!” Un pequeño tumulto se fue encima de él y le aforró unas buenas patadas y combos. La imagen agradable del humo azul saliendo lentamente desde mi boca me gobernaba. No me importaba nada, quería fumar. Me dieron ganas de saltar desde ahí mismo a mi techo, pero esto no era un maldito sueño.

Llegué abajo. La gente aplaudía, me abrazaban, me halaban el pelo, era un héroe. Me había salvado de mí mismo. Decían cosas como “Oh, el señor lo ha salvado, el señor le ha hecho pensar las cosas”, y yo pensaba para mí “Si supieran, viejas vinagres, que fue una cajetilla de cigarrillos”. Me escurrí de todos. Antoine doblaba en la esquina y pronto estuvo a mi costado. Tenía un ojo amoratado y un labio algo roto.
- Apuesta pagada, hermano- dijo.
- No estuvo tan mal después de todo –dije– he visto unos cigarrillos sobre mi techo.

Subí hasta mi techo junto con Anntoine y comenzamos a fumar. Un placer demasiado delicioso fue atrapando mi cuerpo como una loca enredadera de primavera. Hacia el oeste se hundía el sol y una manta púrpura comenzaba a elevarse.

- Creo que esta ciudad nos matará, Ann.
- Si, creo que si. Debemos hacer algo.
- ¿Como qué? ¿Qué podemos hacer en una ciudad como esta?
- No se, somos jóvenes, y tenemos algunas cosas que otros no tienen…
- ¿Como qué?
- Bueno, cosas, como, no se, cosas…
- Yo si sé lo que otros tienen y que nosotros no, le llaman “cosas que hacer”
- ¿Pero tu eres imbecil?... tenemos algo…
- Hambre.
- Tienes razón.



Texto agregado el 14-03-2005, y leído por 93 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]