Siempre fuimos bastante auto colonizados los argentinos, ya se sabe.
No en el interior, pero sí en esta Buenos Aires, la cholulada-tipo, (incapaz de armar una sola frase en otra lengua que no sea el español) intercala frases o palabras sueltas en francés, inglés, italiano o portugués, durante su conversación con el fin de pasar por refinado o "culto" o para demostrar que su tostado viene de un verano en Punta, Miami, Río o su blanco teta de París.
Y decía que la moda de ser tilingos tiene antiquísimos ejemplos.
Sería visto como un suicidio social el comentar en reunión de amigas haber visitado la casa de moda "Creaciones Viviana".
Los jabones y espanta mosquitos no pueden comprarse con nombre Jorge García, deben tener idiosincrasia extranjera de lo contrario son realmente "pelentes" de las buenas costumbres.
Un simple pan flauta que mida mas de quince centímetros, (porque ha José el panadero de mi barrio se le ocurrió estirar la masa) pasa a ser una baguette.
Para un profesional del cabello, ser peluquero es una profesión vulgar, se debe "doctorar" de coiffeur.
Remeras, camisas y buzos perdieron sus nombres y adquirieron larguísimas leyendas en inglés, con lenguas grandes o grupos de moda.
Calzoncillo es todo un riesgo, se dice slip; y ya no se come un pancho o se toma un trago, ahora la cultura es hot-dog y drink.
Considero que la computación, la electrónica y el video nacieron en inglés y además sería absurdo describir con treinta palabras lo que puede decirse con dos o tres, pero existen otros rubros, que -hasta ahora- pueden zafar del terrorismo idiomático.
Pero sin embargo, nuestra querida playa Bristol, la mas antigua y popular, se llama como una de las más importantes ciudades-puerto de Inglaterra, además de ser una copia calcada de Brighton, otra ciudad inglesa a la orilla del mar.
Por suerte la "cholulada" aún nos deja tomar uno que otro mate, comer alguno que otro choripan y saborear sobre la costanera nuestros bifes de chorizo y las achuras tan nuestras.
Imagínese cuando este grupo de "pibitos snobistas", para llamarlos en su idioma y que no se ofendan, pidan en lugar de un mate tomar "hot green drink" y en lugar de mollejas a la parrilla, con chimichurry, chuletas a la barbacoa.
Hasta ahora, parte de nuestra música nacional no ha sufrido el cholulismo, como tampoco parte de nuestra escritura.
El "coraje nacional" de nuestro tan hermoso idioma español, resiste estos embates modernistas de terrorismo idiomático en los negocios de electrodomésticos y los bazares, (se llaman como sus dueños con un "y hermanos" al final).
Los que arreglan zapatos, nuestros queridos zapateros también conservan el orgullo de sus nombres.
Las clínicas, no todas pero la mayoría usan solo nombres de santos.
Y ahora que hablo de clínicas, una sola anécdota mas y termino.
Cuando nació mi hijo hace quince años, me dieron la libreta para ir a anotarlo al registro civíl, me preguntan por el nombre y le digo a la chica, Cristian Matías, y allí empiezan las dobles ss, las haches intermedias iniciales y finales y no se cuantas otras formas de escribir tan simple forma de llamarse.
El otro día caminaba aquí por este Flores ( la palabra esta "out" tendría que decir Flores City, "sorry") tan nuestro, buscaba comprar un calzoncillo y encontré un negocio de ropa interior con este sencillo y claro nombre: El Calzón. Me sonreí al mirar, porque a veces acá en esta nación tan "inflada" por lo extranjerizante, algunas cosas aún se llaman por su nombres y en español, nuestro idioma madre, para bien de los que la habitamos.
Y ahora termino como diría una amiga (que no es la negra Mercedes Sosa) porque tengo un party en un loft. Me hice un make up en soft brown y pale pink y cambié mi look con un blazer de soie naturelle de color italian green.
Boa noite, pra vocé.
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