El único recuerdo, que a penas dejaba vislumbrar alguno que otro detalle, era el de un hombre que corría. A ratos, miraba a diestra y siniestra como presintiendo que algo lo asechaba. Luego descansaba tan solo un segundo para tomar un hálito de aire, para después seguir con esa maratónica situación. La noche ya había empezado a caer con lentitud. Un aroma a canela inundaba todo el lugar, mientras una neblina se arrastraba como una serpiente por los suelos. Las calles parecían haberse vaciado y todo callaba, como dando señales de algún suceso venidero. De pronto aquel hombre seguía corriendo y corriendo, como perseguido por el tiempo. ¿Es que acaso el tiempo cobró vida y ahora nos acosa? Pero eso qué le importaba al hombre. El debía llegar a tiempo y eso era lo que realmente importaba, o por lo menos eso era lo que ahora parecía. Su rostro dibujaba unos ojos lánguidos, una boca seca y una tez desgastada. Mientras más corría, más parecía debilitarse. Algo que me pareció curioso, era que ya no miraba hacia atrás. Ahora su enfoque estaba completamente dirigido hacia una meta que ni yo mismo lograba entender. Pero sabía que existía porque todos corren por algún motivo. ¡Que más da! El hombre corría porque quería. Entonces, ¿qué había significado todo ese preámbulo?
…
Otro recuerdo se hizo presente… Una música suave comenzó a oírse desde una de las alas del teatro municipal. Unos acordes menores disminuidos, unos arpegios y unas notas muertas empezaban a jugar a componer una melodía realmente maravillosa. Estaba atónito escuchando este sonido envolvente cuando de pronto sentí una mano recorrer mi rodilla izquierda. Miré, algo confundido, a una señora de unos cuarenta años –muy atractiva de por sí- que, atraía por ese sonido, dejaba llevar sus manos por el espacio y las venía a reposar en mi pierna. ¿Le gustaría mi pierna o es que acaso no se había dado cuenta de semejante atrevimiento? Algo incómodo pude hacer un rápido movimiento en mi butaca logrando zafarme de aquella misteriosa mano. No le di importancia, pero para qué miento, me fui a sentar a la butaca siguiente, al tiempo que esta majestuosa música seguía sonando y un redoble de tambores se hacía presente emitiendo un sonido lento y apagado. La exaltación del público ya era evidente. Todos juntaban un poco las manos para aplaudir como señalando el fin. Pero ¿por qué todos esperaban un final no pronunciado?
Quizás todo lo que he dicho hasta ahora lo he inventado, ¿nunca pensaste eso?
¿Pero es que acaso estas loco?
No
¿Y entonces?
Era solo una idea que buscaba crear algo distinto. Pero mejor la boto. No creo que sirva. Es locura. Es basura.
¿Y tú nunca pensaste que talvez hay que tratar de mostrar que uno puede hacer el loco y entrar a varios mundos, a esos mundos submundos del mundo, para darse cuenta que hay mucho que descubrir? Todo para darnos cuenta de cuan valiosos son. De lo contrario, habremos recorrido esta vida sin mayor trascendencia. Habremos corrido y corrido y corrido, tal como lo iba haciendo el tipo de la historia. Y nos hubiésemos ido cambiando de butacas hasta que no nos hubiese quedado otra que salir del cine y nunca haber terminado de ver la película. Para qué decir un affaire con la cuarentona. Eh… eso creo que mejor no.
¿Y entonces?
Entonces vive. |