Te pedimos la comprensión y el reconfortante sueño de creerse la leyenda, el cuento, el relato, etc.
Anotar en la gorila un par de idas inconexas del todo, obvio, porque se van formando a medida que llegan las imágenes alternadas, como si se tratase de esos sueños extraños que son como torbellino y muestran el futuro y el pasado, y hasta sirven para predecir, si es que uno está atento. Como las personas.
Recuperar, señores, es una cosa bien agradable. Más cuando el objeto/cosa recuperado se creía perdido (como la vista cuando uno queda ciego). Carraspera. Arreglar cuello de la camisa. Pues si, señores, porque en este asunto de declamar frente a las multitudes se nos va todo el encanto de la fugaz y emotiva espontaneidad que fue característica de nuestra especie antes de que se inventaran los computadores. Mirar caras atónitas. Murmurar garabatos en lengua.
La lluvia cae como alfombra en las ventanas microscópicas de la oficina del notario. Al lado, cuatro campesinos sacan sus carnés de mantas eternas al pedido de la abogado que arrastra las letras producto de años de mala influencia arribista. "Don Nica... ¿me da su carné?" dice mientras se intenta calar a la fila eterna que se arma bajo los tecleos impasibles de millones de máquinas de escribir. Yo aseguro mi posición con serenidad. Apoyo los codos en el mesón de los tecleos varios y apreso con vehemencia mi carné bendito, el que siempre se pierde y renace como el fénix de entre las ceniza-veladores. Miro con nostalgia la ventana minúscula donde golpetea la primera lluvia del año, los tres metros que me separan de ella se me hacen infinitos. Envidio a don Nica, que asoma su cabeza tomando agua de lluvia sin ningún tipo de pudor burgués, lo que escandaliza a la abogada-que-arrastra-las-letras-producto-de-años-de-influencia-arribista.
Mi pagaré ya firmado me catapulta como piedra romana a la UFRO de Bello. Quedan tres horas para el vencimiento de la entrega del papelito, luego de un plazo nimio de dos meses. Mi madre, aval del caso, me guía por calles que nunca he conducido. Después de un rato comenzamos a ver árboles y campo hirsuto y le comento con sabiduría "parece que nos perdimos" y para aportillarla : "como guía te mueres de hambre, mami". Dos horas después logramos encontrar el gimnasio olímpico y dejar el pagaré a última hora. Se solea. El día se vuelve odioso. El sol es odioso.
Escucho una canción de los Jaivas por la radio en el “Canciones y aires de nuestra tierra” que se transmite todos los días de 12 a 13 por El Conquistador. Leo con interés fingido los detalles de las premiaciones veraniles : los osos de oro, los goya, los independent spirit, los BAFTA, los Razzies, etc. Los nombres son constantes (menos en los razzies por razones obvias). Premian el guión de Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos en muchas partes. Charlie Kaufman está consagrado, pienso. Entre Copas fue la revelación del año. Quisiera haber visto más premios para Garden Sate. El sol me pega de lleno en la cara, re-estaciono el auto en un lugar con sombra. La hora, inexistente.
La vida en un estacionamiento es variada y monótona a la vez. Se puede aprender mucho de la gente y a la vez comprobar que no hay nada de misterio en las existencias que se escriben en otras cabezas. Camionetas rojas pasan embaladas frente a cacharritos que se desarman con monóxido de carbono como ángeles de la guarda. Dejo de leer y dibujo un par de aberrancias en la gorila. Mi pensamiento es único, quiero que vuelva a llover.
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