Un Septiembre en tu cuerpo
Siete minutos para amanecer en algún lugar de tu espalda,
mientras septiembre se despereza sobre los jazmines del patio
y una rezagada y débil brisa de invierno recorre tu cuello.
Los años han sido sabios en tu cuerpo,
moldeándolo hábilmente hasta el último detalle,
convirtiéndolo en el refugio perfecto de mis manos,
en el tibio y húmedo paraje de mis labios,
en el campo de batalla del deseo.
Qué fácil es engañar al corazón sobornando los sentidos.
Tres fantasmas bailan en la calle,
Hiroshima, Vietnan, Nicaragua,
mientras la pobreza y el amor desgarran a jirones
el alma de un indigente en un callejón.
En el espejo de la habitación, el cielo estalla en un rojo Napalm
alcanzando todo a su alrededor.
¿Quien no sintió alguna vez el deseo de ponerle fin a todo?,
pero la razón, a veces, nos dispara a quemarropas.
Extiendo mi mano, y con mi dedo índice dibujo el contorno de tu rostro,
y por un momento me siento tan sabio como el tiempo.
La seducción es como un gran chinese's puzzle:
Cada palabra, cada gesto, cada mirada,
encaja perfectamente en cada instante que estamos juntos,
en el septiembre de tu cuerpo.
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