Derrámame en la cubierta de un barco olvidado, y llévate las fatigas, lo bueno y lo malo, quitándome de la salvación de viejos dogmas, retirando mi existencia de todo aquello. Sentada en las puertas del ayer, las respuestas se parecen esfumar, tan ligeras como tus máquinas; ciegas y escondidas estan las verdades a medias, esquivando mis pensamientos. Sigo esa mirada, absorta desde el portal del paralelismo mundano, de la dualidad.
Libérame, de fatales instintos, del silencio que abraza estos oidos, de las cualidades perdidas, de la piedad olvidada, del perdón hipócrita y el arrepentimiento. Mírame en el espejo... de las imagenes indeseadas, de las apariciones buscadas, de la otra parte del universo de las más ocultas revelaciones. |