Antes pensaba que yo sola me bastaba.
Antes quería ir, venir, con éste, con aquel, con aquella, con todo el mundo, donde fuera y cuando fuera. Tenía sed de mundo de movida, de fiesta. Tenía sed de ratos. Este ir y venir me tenia descoordinada, en un perpetuo aturdimiento (un sereno aturdimiento). Y un día de esos cualquiera te conocí. Te conocí pero no te reconocí. No vi en ti el centro, no vi la luz que ahora encandila.
Y otro día, de repente, abrí los ojos y como si se tratara de cruzar una línea, en un momento, me di cuenta de que eras la encrucijada de todos mis caminos. Te reconocí y tu a mi, y eso fue todo. Fulminante. Nos besamos, nos abrazamos, nos sentimos el uno al otro. “Hágase el amor”, y el amor se hizo. Y el escenario de mi vida cambió. Ya no hay ruido de fondo, ya no hay amores que van y vienen, ya no hay emociones que van y vienen. La emoción vino para quedarse. La emoción es nuestra. Es LA emoción. Y tu me miras con tus ojitos alucinados y yo te quiero comer y te mimo y te beso y tu me abrazas y me dices que soy una niña y me agarras los pies para quitarme el frío y yo te pregunto que tal tu día papito y nos reímos y dormimos juntitos, siempre abrazados y te pregunto si no crees que somos afortunados de habernos encontrado y te ríes y me dices que estoy loca y te fumas un cigarro. Y te duermes. Y yo me quedo pensando que eres mi centro o la encrucijada de todos mis caminos o el hombre mas maravilloso del mundo y te doy un beso pero ya estas dormido y me encanta escucharte roncar porque estas cansadito del trabajo y ahora descansas, y mañana no te veré hasta la noche y que horribles tantas horas sin ti mi lindo, que vaina, y mira tu por donde ahora me doy cuenta de que antes estaba bien equivocada, y que no me bastaba. Sólo me entretenía, mientras tanto.
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