Rapido, rapido, en verdad debia mover sus pies a un ritmo cada vez más rapido entre aquella constante maleza; Evadiendo las repetidas lianas, troncos y riachuelos de aquella jungla titánica que más que abrirle paso lo sumergia en una laberinto griego. Su frente palida estaba bañada en sudor y preocupación, al igual que el resto de su cuerpo, mientras seguia huyendo por su propia seguridad...
Aunque sabía que la tarde estaba en pleno apogeo, la ocuridad ya acechaba en aquel sitio, y lentamente ocurria que no podia ver más alla de unos cuantos metros a partir de su nariz. Le aterraba pensar en lo que fuera que podia encontrarse en ese sitio si la noche lo atrapaba; Más preocupado se decia a si mismo de lo que le ocurriria si no seguía huyendo por la vertiente en la que se encontraba atrapado.
Repentinamente se topó con una gigantesca pared de árboles y palmeras endemoniadamente gigantes, malditas al suprimirle cualquier vía de escape en dirección continuamente recta... Su desesperación creció al nivel mismo en el que se encontraba el silencio a su alrededor. Nada era oible, nada se escuchaba fuera de su respiración agitada y entrecortada. Ningún ave. Ningún mamifero... Ni siquiera el viento que chocaba en las hojas se escuchaba, y eso empezaba a desquiciarlo rapidamente.
Optó por seguir su andar a partir de haber encontrado un pequeño orificio a un lado de tan poderosa barrera natural. Y aunque la oscuridad tenia dominado aquel territorio, el joven seguía corriendo a su maxima capacidad, evitando con una sagacidad increible lños repetidos obstaculos que os troncos representaban por todo el suelo e incluso se cuidaba de aquellas posibles ataduras que colgaban de los árboles. Pero claramente su hermoso rostro elfico ya mostraba bastantes raguños y heridas causadas por el constante roce con las ramas... Sangre y sudor comenzaban a crear una plasta desagradable en su persona.
Algunos minutos siguiendo su monotono recorrido, divisó lo que parecia ser una luz... Entre tanta oscuridad, aquello era genial. Le daba mayores bríos para continuar y encontrarse con sus dos amigos quienes habian sido hechos prisioneros no hace mucho tiempo atras... Poco a poco la luz crecia, se volvia tangible a sus sentidos con cada paso que daba, se sentia libre de sus acechadores con tan solo ver la luz.
Cual no serpia su sorpresa al verse frente a una abertura en la tierra, un abismo realmente, no mayor a un hombre joven recostado horizontalmente. Facilmente lo hubiera podido saltar sin correr el riesgo de caer por aquel barranco, para seguir huyendo por la selva que continuaba a lo largo del otro extremo... Pero cayó, por decisión propia y justo en el momento indicado, cuando tres sombras pasaban por encima del abismo, mientras el joven alcanzaba a tomar una raiz saliente que detuviera su caida. Desde aquel punto en el risco bajo vió con lujo de detalles las siluetas y figuras de los tres seres... En tan solo un segundo divisó las mascaras de aguilas contrastando con el sol herido del atardecer bajo, mientras sus capas brillaban como si fueran acuarelas de todos colores creando la ilusión de las alas y agilidad de tan legendario animal. Y asi como llegaron, se fueron al otro extremo...
Volvio a subir la pendiente, con sumo cuidado de no dejar caer una roca o rama, la cual pudiera causar un sonido delatador...
Al encontrarse de nuevo en el suelo firme de aquella mastodónica jungla, retomó su andar por el camino del que habia huído, más en cambio ahora nada le preocupaba. El viento helado de la noche recorrió su humeda espalda, mojada por el sudor causado al esfuerzo sobrehumano de correr a tan alta velocidad. Realmente ya nada le preocupaba pues empezó a oir el rugido de algunas bestias tropicales asi como del canto nocturno de las aves, no muy lejos de donde él se encontrara... Pero nada de eso le causba más miedo que lo que un globo le causa a un niño.
Cuando ya no podia ver nada en sus alrededores y tan solo los sonidos que sus pies hacian al rompero las ramas bajo ellos, decidió tomar el riesgo de encender una flama para alumbrarse, no muy grande como para atraer la atención de los tres hombres-aguilas, pero tampoco tan pequeña que no pudiera dejarle ver algo que no fueran sus manos. Raspó rapidamente un par de piedras lisas frente a una rama no más grande que su brazo, logrando que las chispas encendieran una flama bastante buena para esas horas de la noche... Y asi, siguió su camino a traves de la jungla.
Un par de horas despues alcanzaba a ver un templo antiguo, alumbrado en sus pueras y ventanales de jade por unas cuantas fogatas. Al acercarse a la gigantesca escalera principal, se dio cuenta que la jungla ya se habia adueñado del interior de aquellas rocas que grabadas en el pasado mostraban una gran serpiente-dios y a varios seres con formas humanas viviendo en aquel templo. Debiedo a no ver bien por donde caminaba, su pie golpeo fuertemente uno de los escalones desgajando un gran pedazo de piedra, haciendolo caer y crear un sonido tan terrible como la ira de un dios malevolo... Su temor se acrecentó inmediatamente, y apuró su paso a la sala principal.
Dentro, tan solo una llama en el techo era la unica luz en el lugar mientras el joven alcanzaba a ver a una chica y a un hombre de edad avanzada; ambos se encontraban hincados y silenciosos, e incluso un poco atemorizados. Estiró su brazo para tomar a la jovencita pero en ese mismo instante sintió en su nuca la respiración de alguien... Uno de esos hombres.aguila... El sudor que se habia secado en su frente volvió a enfriar su vida, y finalmente escuchó aquellas palabras tan terribles al sentimiento de la mano de ese sujeto...
"Ni modo, te hemos encontrado... Perdieron la apuesta de las escondidillas... ¡Deben de pagar las cervezas o encontrarnos en menos tiempo la proxima vez!" |